
A pesar de la importancia que tiene la acuicultura para proveer de alimentos nutritivos y saludables a la población mundial, en la Unión Europea existe un déficit de producción que lejos de acortarse se está ampliando. Solo el 10% de los productos acuáticos consumidos en la UE proceden de la acuicultura local. En un contexto global, la acuicultura europea solo representa el 2% de lo que se produce en el mundo, lo que deja en evidencia la necesidad de políticas que reviertan esta tendencia para, de esta manera, mejorar la seguridad y soberanía alimentaria.
La producción de alimentos acuáticos a través de su cultivo permite el acceso a productos frescos y locales que, a diferencia de otras ganaderías terrestres, lo hace con menor impacto climático y medioambiental. En algunos casos, como el cultivo de algas y microalgas, contribuyen a crear sumideros de carbono azul.
Además, la actividad económica asociada a estas producciones crea puestos de trabajo cualificados en zonas costeras y rurales y, por si esto fuera poco, algunos tipos de producción acuícola contribuyen a la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad.
Las directrices de la Comisión Europea para una acuicultura sostenible
- Facilitar el acceso al espacio y al agua, de modo que la acuicultura de la UE pueda seguir creciendo
- Reducir la carga administrativa innecesaria para autorizar nuevos establecimientos de acuicultura
- Mejorar las medidas relativas a la salud y el bienestar de los animales
- Garantizar que la acuicultura se adapte al cambio climático y contribuya a mitigar el impacto de éste
- Ofrecer más y mejor información a consumidores y ciudadanos sobre la acuicultura en la UE
- Fomentar la investigación y la innovación y el desarrollo de las capacidades pertinentes
- Promover la diversificación de la producción para aumentar la oferta de productos de la acuicultura, en particular de nuevas especies prometedoras en la UE, como las algas o los invertebrados marinos, incluidos moluscos, erizos y pepinos de mar, entre otros.