
La malnutrición es una de las mayores amenazas de la salud de las personas en el mundo. Mientras por una parte hay 2.000 millones de personas que por falta de acceso a los alimentos no alcanzan la ingesta necesaria de micronutrientes esenciales, hay más de 2.000 millones con sobrepeso y obesidad que con un sistema de producción de alimentos insostenible están contribuyendo a la emisión de gases efecto invernadero.
En esta encrucijada la acuicultura puede convertirse en una alternativa altamente interesante, tanto por su baja huella de carbono, como por la calidad nutricional de los alimentos que producen.
Además, gracias a su alta productividad, con una baja ocupación de la costa de solo el 1 por ciento se podrían cubrir las necesidades nutricionales y de proteína de mas de mil millones de personas.
A pesar de que durante estas últimas semanas ciertos grupos de interés han tratado de dañar la imagen de esta actividad con argumentos sesgados, mitos y bulos sobre la práctica acuícola, es importante destacar las contribuciones que esta hace el sistema alimentario global y por qué son uno de los sistemas de producción de alimentos más sostenibles.
De una parte, los peces y mariscos son animales de sangre fría que aprovechan mejor los nutrientes que los mamíferos y animales de sangre caliente, siendo de los sistemas de producción de alimento de huella de carbono más baja. Además, en el caso de los moluscos bivalvos estos se alimentan de lo que proporciona el ambiente circundante y son potencialmente aptos como sumideros de carbono azul.
Una nutrición equilibrada requiere de producir proteínas de alta calidad y digestibilidad, grasas de Omega-3, vitamina D y B12, y minerales, particularmente yodo y selenio.
No se trata solo de producir alimentos en cantidad suficiente, se trata de que éstos sean saludables y contribuyan a mejorar la desnutrición y la malnutrición del planeta.