
La producción de trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), una de las especies más cultivadas a nivel global, se enfrenta a un reto biológico persistente: la aparición espontánea de machos en poblaciones genéticamente femeninas (XX). Aunque minoritario (entre el 1 y el 2%), este fenómeno, conocido como masculinización espontánea, afecta a la eficiencia de los programas de cultivo que priorizan hembras por su crecimiento sostenido y menor susceptibilidad a enfermedades. Para evitar la maduración precoz de los machos y mantener poblaciones femeninas, el sector ha dependido históricamente de tratamientos hormonales, cuya aceptación está en entredicho por razones de seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental.
En este contexto, un estudio publicado en PLOS One ofrece nuevas herramientas para abordar el problema desde la genética. Un equipo multidisciplinar liderado por INRAE, AgroParisTech y otras instituciones europeas ha identificado con mayor precisión varias regiones del genoma (QTL) asociadas a la masculinización espontánea en truchas XX. La investigación se basó en datos genómicos de seis poblaciones comerciales francesas y aplicó análisis estadísticos avanzados como Random Forest y DAPC (Análisis Discriminante de Componentes Principales).
Este avance, ¿Cómo beneficiará al desempeño de la acuicultura? Aplicado este conocimiento en los programas de mejora genética, identificar reproductores con menor probabilidad de producir neomachos, contribuirá a la obtención de lotes homogéneos de hembras sin necesidad de hormonas. De este modo, se espera una mejora en el rendimiento productivo y en la aceptación social del producto final.
Resultados: genes clave y potencial para la selección genética
Los investigadores validaron la existencia de cuatro regiones genómicas relevantes (en los cromosomas Omy1, Omy12 y Omy20) previamente asociadas al fenómeno. Además, refinaron su localización, identificando variantes genéticas con fuerte asociación a la masculinización. En particular, destacaron genes como syndig1, tlx1 y hells en Omy1, y khdrbs2 y csmd1 en Omy20. Estos genes estarían implicados en procesos clave como la regulación de la proliferación celular germinal o la represión de la ovogénesis, facilitando la diferenciación hacia el fenotipo masculino en ausencia del gen maestro sdY.
“El hallazgo de una alternativa segura, amigable con el consumidor y el medio ambiente es un gran desafío para la producción de poblaciones exclusivamente femeninas”, destacan los autores del estudio, liderado por Audrey Dehaullon y Clémence Fraslin.
Gracias a esta investigación, se identificaron 45 genes candidatos a nivel funcional y posicional. Muchos de ellos muestran funciones conservadas en otros vertebrados y ofrecen un punto de partida para desarrollar herramientas de selección genética que permitan prescindir de tratamientos hormonales.
Cabe recordar que el estudio forma parte del proyecto NeoBio, financiado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca y el Gobierno francés. Los datos genómicos generados están disponibles en acceso abierto en el repositorio ENA (Proyecto PRJEB75960).