
Con la mirada puesta en 2050, año marcado para el fin de los combustibles fósiles en los vehículos de la Unión Europea, compañías petroleras como Exxon o Chevron han visto en los combustibles “renovables” un asidero al que hagarrarse para seguir perdurando el negocio. Sin embargo, después del último informe de situación sobre el Cambio Climático de expertos de la ONU sobre la delicada situación a la que nos enfrentamos por el calentamiento global de la Tierra, es posible que sea una solución que llega tarde.
Los combustibles "renovables" llegan en un contexto donde el crecimiento esperado de la demanda mundial de energía se cifra en aproximadamente un 25% hasta 2040. Por eso, trabajar en una reducción de las emisiones en el sector transporte está considerada como “fundamental” para la reducción de las emisiones globales de gases efecto invernadero”.
La propuesta de las petroleras está fundamentada, por tanto, en procesar materias primas de origen biológico para producir diésel renovable, y combustible para aviación sostenible, utilizando sus plantas de refinerías existentes, la tecnología de catalizadores patentadas y décadas de experiencia en el procesado de flujos de alimentación.
Una de las fuentes más prometedoras dentro de la categoría de “combustibles sostenibles” son las microalgas. Por eso, en 2012 ExxonMobil junto con investigadores del MIT y SGI concluyó un estudio cuyos resultados fueron publicados en Environmental Science and Technology, indicando que los biocombustibles de microalgas emiten un 50% de menos de gases efecto invernadero durante todo el ciclo de vida que los derivados del petróleo.
Estos resultados les llevó a anunciar en 2018 que tenían el objetivo de alcanzar una capacidad técnica de producción de 10 000 barriles por día en 2025 de biocombustibles derivados de microalgas con capacidad técnica similar a los combustibles fósiles.
Las algas, como señalan desde ExxonMobil, no compiten por fuentes de alimentos como sí lo hacen las materias primas de las que se obtienen el etanol como, por ejemplo, el maíz. Tampoco impactan en la producción de los recursos de agua dulce. Además, las algas tienen mayor productividad por hectárea que los vegetales terrestres. Cinco veces más combustible por hectárea que la caña de azúcar o el maíz.
Para alcanzar este objetivo, que hoy se antoja algo difícil, los investigadores de ExxonMobil-Synthetic Genomics trabajan en una cepa de Nannochloropsis gaditana modificada genéticamente que mejora la capacidad de síntesis de aceites por parte de la microalga de 20% a 40%. Los resultados han sido publicados en Nature Biotechnology
En una prueba de concepto, el equipo consiguió que estas algas duplicaran la fracción lipídica de carbono celular en comparación con las no modificadas genéticamente, mientras mantenían las mismas tasas de crecimiento. Sin embargo, y a pesar de los avances, los investigadores consideran que se trata de una tecnología que aún tendrá que desarrollarse y madurar durante unos años más para llegar al mercado comercial.
La pregunta que nos debemos hacer es, por tanto, si esta tecnología llegará a tiempo o será sustituida por otras más sostenibles.