La acuicultura mediterránea de moluscos podría sufrir una grave disrupción a mediados de siglo, ya que el aumento de la temperatura del mar y la acidificación del océano reducen de forma acusada la supervivencia y el crecimiento de los bivalvos cultivados, con el cultivo del mejillón en riesgo de colapso y una producción de ostras significativamente debilitada.
Esta es la conclusión de un estudio experimental a largo plazo publicado en Earth’s Future, cuyo objetivo fue cuantificar cómo el cambio climático puede traducirse en pérdidas concretas de producción para el sector acuícola.
La investigación se centró en la ostra del Pacífico (Magallana gigas) y el mejillón mediterráneo (Mytilus galloprovincialis), los dos bivalvos más cultivados de la región, y los expuso a condiciones ambientales proyectadas para 2050, 2075 y 2100.
De forma crucial, el experimento se apartó de los enfoques de laboratorio convencionales. En lugar de ensayos cortos bajo condiciones estables y con abundante alimento, los animales fueron seguidos durante 14 meses en un entorno ecológicamente realista en la laguna de Thau, en el sur de Francia. La temperatura, el pH, el oxígeno y la disponibilidad de alimento fluctuaron de manera natural, reflejando de cerca lo que los moluscos experimentan hoy en las granjas mediterráneas.
En este contexto, la preocupación más inmediata se centra en el cultivo del mejillón. Incluso en condiciones actuales, el estudio registró alrededor de un 40% de mortalidad estival en el mejillón mediterráneo, un nivel que los productores de la laguna de Thau ya describen como habitual. Cuando se aplicó el calentamiento futuro, la situación empeoró rápidamente. Bajo las condiciones proyectadas para 2050, la mortalidad estival fue casi total, con resultados similares observados para 2075 y 2100.
Los investigadores atribuyen este patrón principalmente al estrés térmico. El mejillón mediterráneo tiene un límite superior de tolerancia térmica en torno a los 25 ºC, un umbral que las temperaturas estivales de la laguna superan ya con regularidad. En el experimento, incluso el calentamiento relativamente moderado previsto para 2050 fue suficiente para empujar a los mejillones más allá de este límite. Como resultado, los autores advierten de que el cultivo del mejillón en el Mediterráneo «podría verse gravemente comprometido a mediados de siglo».
La ostra, en cambio, mostró una mayor tolerancia, aunque el estudio deja claro que esta resiliencia tiene límites. La supervivencia se mantuvo relativamente alta en las condiciones actuales y en los escenarios de 2050 y 2075, con una media de alrededor del 84%. Sin embargo, en el escenario de 2100 la supervivencia descendió hasta el 77%, con un riesgo de mortalidad significativamente mayor que en las condiciones actuales.
Más llamativos que los efectos sobre la supervivencia fueron los impactos en el crecimiento. Las ostras expuestas a las condiciones proyectadas para 2100 mostraron una reducción del 40% en el incremento de masa en comparación con las cultivadas en condiciones actuales, junto con una disminución sustancial del crecimiento de la concha. Estas diferencias se hicieron evidentes al inicio de la temporada reproductiva y alcanzaron su máximo en torno a la madurez sexual, una fase crítica para la productividad de las explotaciones.
Esta ralentización del crecimiento fue acompañada de un deterioro medible del estado fisiológico. Al comienzo del periodo reproductivo, las ostras del escenario 2100 presentaron una reducción del 29% en el índice de condición y una disminución del 45% en las reservas de carbohidratos, lo que indica una menor disponibilidad de energía tanto para el crecimiento como para la reproducción.
El rendimiento reproductivo también se vio afectado. A finales de junio, cuando las ostras de la laguna de Thau suelen alcanzar la madurez, la proporción de individuos maduros cayó bruscamente del 93% en condiciones actuales al 44% en el escenario 2100. Aunque las proporciones de sexos se mantuvieron sin cambios, los ovocitos producidos en condiciones futuras fueron más pequeños y el desarrollo temprano de la descendencia se vio comprometido.
Estos efectos se extendieron a la siguiente generación. La exposición parental al calentamiento y la acidificación redujo las tasas de fecundación y de eclosión, y aumentó la proporción de larvas anómalas. En el escenario de 2100, la fecundación descendió del 88% al 57%, mientras que el éxito de eclosión cayó del 40% al 10%.
No obstante, el estudio también identificó cierto grado de compensación en etapas posteriores. Cuando las larvas se criaron en condiciones estándar de criadero, el desarrollo posterior y la producción de juveniles fueron, en términos generales, similares entre escenarios. Los autores advierten, sin embargo, que estas primeras fases de vida se desarrollaron en condiciones controladas y con abundante alimento, y que una exposición más prolongada en condiciones realistas de cultivo podría revelar impactos adicionales.
En conjunto, los resultados ofrecen una de las señales experimentales más claras hasta la fecha de que el cambio climático ya no es un riesgo lejano para la acuicultura de moluscos en el Mediterráneo. Aunque el cultivo de la ostra podría seguir siendo viable, si bien con un rendimiento reducido y mayores costes, las perspectivas para la producción de mejillón parecen mucho más precarias. Los autores concluyen que sus resultados «reclaman con urgencia el desarrollo de estrategias de adaptación en el Mediterráneo», subrayando la necesidad de una acción anticipatoria tanto por parte de los productores como de los responsables políticos.
Referencia:
Pernet, F., Richard, M., Brodu, N., Villeneuve, R., Di Poi, C., Urrutti, P., et al. (2025). Long‐term exposure of bivalves to ocean acidification and warming under ecologically‐realistic conditions reveals risks for aquaculture by 2050 in the Mediterranean. Earth's Future, 13, e2025EF005992. https://doi.org/10.1029/2025EF005992

