Cádiz 28/12/2016 - Los cormoranes son un quebradero de cabeza mundial, ya que las medidas disuasorias son ineficaces la mayor parte de las veces. La capacidad depredadora de estas aves hace que en pocos minutos un productor piscícola pueda ver perdida su producción.
Conforme se acerca el invierno las poblaciones de estas aves comienzan a buscar cobijo en la península Ibérica hasta el punto que la alta densidad de individuos se ha convertido un problema tanto para el tejido productivo como medioambiental.
La especie que más preocupa en el sur Atlántico español y portugués es el cormorán grande (Phalacrocorax carbo carbo) que muestra una mayor predilección por los ambientes marinos y son la causa principal de pérdidas de peces en esteros.
En ríos, la especie más común es la del cormorán (Phalacrocorax carbo sinensis), con hábitos claramente más continentales.
La distribución de estas aves es prácticamente mundial y principalmente dañina en las producciones piscícolas de Europa y América del Norte.
Hasta ahora las medidas disuasorias resultan ineficaces y la única solución aceptablemente válida es la de eliminar a los individuos que depredan los peces de cultivo, algo que termina enfrentando a ambientalistas, administración y sector productivo.
En 2009 se calculó que las pérdidas ocasionadas por el impacto de los cormoranes en las poblaciones de peces alcanzarían las 300.000 toneladas métricas, más que toda la producción piscícola de los países europeos del Mediterráneo.