Los contaminantes derivados de la quema de combustibles fósiles de los motores industriales y de los coches, conocidas como cenizas volantes, o partículas carbonosas esferoidales (SCPs), han sido medidas por primera vez en los esqueletos de corales ubicados en la bahía de Illa Grossa, dentro de la reserva marina de las Islas Columbretes, en Castellón.
Ha sido dentro de un estudio liderado por Diego Kersting, investigador del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS-CSIC), quien, junto a sus colegas ha descubierto estas cenizas. Este hallazgo, resultado de una colaboración entre el IATS-CSIC, el University College London y la Universidad de Leicester del Reino Unido ha sido publicado en la revista Science of the Total Environment, proporciona una nueva herramienta para el seguimiento de la contaminación ambiental.
Los corales son conocidos como un archivo natural utilizado en estudios paleoclimáticos debido a su crecimiento medible. Al igual que los anillos de los árboles, su lento y regular crecimiento proporciona datos ambientales precisos a lo largo de los años. Sin embargo, hasta el momento, se habían utilizado principalmente para reconstruir y medir condiciones climáticas pasadas, como la temperatura o la química del agua. Este es el primer estudio en detectar partículas contaminantes, aparte de los microplásticos, en los corales.
El descubrimiento se considera un indicador de la influencia humana en el medio ambiente, marcando el inicio de la era geológica del Antropoceno, según la comunidad científica.
Según Diego Kersting, investigador del IATS-CSIC, "la presencia de estos contaminantes en los esqueletos de coral revela el alcance de la influencia humana en el medio ambiente a lo largo de décadas. Es la primera vez que se detecta este tipo de contaminante en corales, y su presencia en los corales mediterráneos coincide con la tasa histórica de combustión de combustibles fósiles en la región".
Los corales, pequeños invertebrados que viven en colonias, absorben los contaminantes del agua circundante a medida que crecen, incorporándolos en sus esqueletos de carbonato cálcico. Las muestras analizadas pertenecen a la especie Cladocora caespitosa, el único coral en el Mediterráneo capaz de construir arrecifes. Estos corales se han estudiado durante más de dos décadas en la reserva marina de las Islas Columbretes, una zona emblemática para la investigación sobre el impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos.
Los resultados de este estudio muestran un aumento significativo en la contaminación por estas cenizas entre 1969 y 1992, coincidiendo con un período de rápida industrialización en Europa y un aumento dramático en el consumo de carbón en España.
Este hallazgo proporciona una nueva perspectiva sobre el impacto humano en el medio ambiente y contribuye al debate sobre el inicio del Antropoceno. Los autores del estudio sugieren que los contaminantes por quema de combustibles podrían servir como marcadores del comienzo de esta nueva era geológica, marcada por la influencia dominante de la actividad humana en el clima y el medio ambiente del planeta.