Durante décadas, la harina y el aceite de pescado han sustentado el crecimiento de la acuicultura al proporcionar una fuente fiable de proteína de alta calidad. Sin embargo, su carácter finito y la creciente presión sobre los recursos marinos han puesto de manifiesto una limitación estructural que ha obligado al sector a replantear su modelo nutricional.
En respuesta, la industria ha iniciado un proceso sostenido de diversificación de ingredientes, hoy ampliamente reconocido como esencial para sostener el crecimiento futuro. La incorporación progresiva de proteínas vegetales, microalgas, insectos y microorganismos ha reducido de forma significativa la dependencia de los ingredientes marinos tradicionales, al tiempo que ha generado un valioso conocimiento técnico y científico que refuerza la resiliencia del sistema.
En este contexto de innovación, dos ingredientes han adquirido una relevancia particular: los hidrolizados y los fermentos. Más que simples sustitutos, ambos introducen una nueva forma de formular piensos acuícolas, situando la funcionalidad, la salud animal y la sostenibilidad en el centro, y permitiendo al mismo tiempo avanzar de forma tangible hacia modelos de economía circular.
Los hidrolizados ilustran la madurez alcanzada en la valorización de subproductos, al transformar corrientes secundarias de origen marino, agrícola o animal en ingredientes altamente digestibles y biológicamente activos. Su uso se ha consolidado, especialmente en etapas críticas del ciclo productivo, gracias a su capacidad para estimular el consumo de pienso, mejorar la absorción de nutrientes y favorecer la salud intestinal.
Los fermentos representan un paso adicional en esta evolución. Producidos mediante fermentación microbiana, permiten la producción controlada y escalable de proteínas y compuestos funcionales sin depender directamente de recursos finitos. Su valor no reside únicamente en su aporte nutricional, sino también en su capacidad para mejorar la microbiota intestinal, reforzar la inmunidad innata y aumentar la resiliencia de los animales frente al estrés y las enfermedades.
Analizados en conjunto, hidrolizados y fermentos reflejan con claridad el cambio de enfoque que está experimentando la industria: de dietas formuladas exclusivamente en función del coste y el crecimiento, a piensos diseñados para promover la salud, la eficiencia biológica y la estabilidad productiva.
De cara a 2026, el desafío ya no es demostrar la viabilidad de estas alternativas, sino consolidar su integración de manera coherente y sistemática. Para ello será necesario seguir invirtiendo en investigación, colaboración y estandarización, con el objetivo de transformar los avances recientes en un modelo nutricional capaz de sostener el crecimiento de la acuicultura a largo plazo.

