
El uso de sistemas de acuicultura en recirculación (RAS, por sus siglas en inglés) en la producción ecológica sigue siendo un punto de controversia entre certificadores y productores, un tema en continuo debate en el sector. Mientras que algunos agentes de la industria sostienen que los RAS pueden ofrecer ventajas medioambientales y de bioseguridad, otros consideran que esta tecnología es incompatible con los principios de la producción ecológica.
La acuicultura ecológica se define como “el uso de sistemas de producción lo más cercanos posible a la naturaleza”, poniendo el acento en las condiciones medioambientales naturales, un impacto ambiental mínimo y elevados estándares de bienestar animal. Los críticos afirman que estos sistemas terrestres, totalmente controlados, alejan la producción del entorno acuático natural, socavando así este principio.
Los defensores, por su parte, señalan que los RAS pueden reducir drásticamente el consumo de agua, limitar la descarga de nutrientes y evitar fugas, al tiempo que permiten controlar las enfermedades y reducir los tratamientos químicos. También subrayan que los sistemas cerrados facilitan la producción ecológica en zonas donde no hay emplazamientos adecuados en aguas abiertas, lo que podría ampliar el acceso a los mercados de productos ecológicos de alto valor.
Según la normativa ecológica vigente en la Unión Europea (Reglamento (UE) 2018/848 y sus actos delegados, los RAS solo están permitidos para criaderos e instalaciones de preengorde. Para la fase de engorde, los peces ecológicos deben criarse en viveros flotantes en aguas abiertas, estanques de tierra, lagunas u otros sistemas con contacto directo con el entorno natural. Esta disposición refleja la interpretación de la UE de que la acuicultura ecológica debe reproducir, siempre que sea posible, las condiciones naturales.
Algunos esquemas privados de certificación ecológica en la UE aplican normas aún más estrictas que excluyen por completo los RAS en cualquier fase de producción. Otros siguen el enfoque de la UE, permitiendo los RAS solo para determinadas especies o etapas de vida y bajo condiciones definidas.
Esta divergencia en los estándares de certificación tiene implicaciones para el comercio y el desarrollo de mercados. Los productores que operan bajo regímenes más estrictos pueden encontrarse en desventaja al competir con aquellos de jurisdicciones donde se permite la producción ecológica basada en RAS.
Los expertos del sector coinciden en que el debate no se resolverá pronto, ya que plantea la cuestión fundamental de cómo debe definirse la acuicultura ecológica en un contexto moderno: si debe reproducir obligatoriamente las condiciones naturales o si soluciones tecnológicas como los RAS pueden integrarse plenamente manteniendo, al mismo tiempo, las expectativas del consumidor sobre lo “ecológico”.