Si bien los peces y los humanos somos diferentes en muchos aspectos, estudiarlos nos permite obtener información importante sobre diversos aspectos de la biología y el funcionamiento de los seres vivos en general. Los peces y los humanos compartimos muchos genes y vías biológicas. Al estudiar los genes de los peces podemos comprender muchos procesos biológicos fundamentales que también están presentes en nuestro organismo.
El estudio del desarrollo embrionario de los peces puede ayudarnos a comprender también cómo se forman los órganos y cómo se producen anomalías y enfermedades genéticas. También pueden utilizarse como modelos para estudiar los efectos de fármacos y sustancias tóxicas en el organismo y esto nos ayuda a comprender mejor los posibles efectos y riesgos para la salud humana.
Uno de los peces modelos de investigación es el conocido pez cebra (Danio rerio), valioso por su genoma secuenciado, su transparencia embrionaria, su rápida tasa de reproducción, su capacidad de regeneración y su similitud biológica con los mamíferos.
Sin embargo, no es el único. Hoy queremos presentarles a Poecilia formosa, también conocido como molly mexicano o molly platy, un pez originario del Amazonas que es utilizado en investigación para comprender mejor los aspectos relacionados con el comportamiento y la neurociencia. Estudiar estos peces puede ayudarnos a comprender los mecanismos subyacentes en el comportamiento humano.
Poecilla formosa es un ejemplo de reproducción asexual, específicamente partenogénesis, donde las hembras pueden reproducirse sin la presencia de machos. En la práctica esto significa que pueden tener una progenie con genomas idénticos, como ocurre en el caso de los gemelos humanos, lo que permite dilucidar si los rasgos de comportamiento son heredados a través de los genes o adquiridos a través de su relación con el entorno y con otros animales.
Podría suponerse que peces idénticos genéticamente en el mismo entorno tenderían a comportarse de manera igual. Sin embargo, los estudios demuestran que esto no es así. Estos peces desde el mismo día de nacimiento muestran ya su propia identidad desde el mismo día en el que nacen. Unos son activos y sociales, mientras que otros tienen comportamientos mas huraños y agresivos.
Aquí es donde entra la epigenética y la aletoriedad para explicar por qué cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles y sirve para darnos cuenta que, por ejemplo, muchas veces somos diversos como consecuencia del azar, y que gracias a eso no nos hemos extinguido todavía como especie.