
La cantidad de nutrientes disueltos en el agua del mar producto de la actividad humana, es decir, la eutrofización antropogénica del medio, se traduce en la proliferación de algas y fitoplancton que, en exceso terminan reduciendo el oxígeno disuelto y la mortalidad de los peces.
Es lo que el pasado verano sucedió en el Mar Menor. Un episodio que obligó al gobierno murciano a la retirada de 4,5 toneladas de peces muertos. La solución pasa por actuar en varios frentes. Uno de ellos debe buscar reducir la cantidad de fertilizantes usados en agricultura y que acaban en la laguna. Otro, utilizar moluscos bivalvos como filtradores de la biomasa de microalgas.
Aunque desde hace tiempo se sabe que los moluscos bivalvos suelen ser una solución para este tipo de episodios, en esta ocasión el mar Menor servirá como gran laboratorio. La monitorización, además de poderse seguir a través de mediciones sobre el terreno, podrá seguirse desde el espacio con el uso de las imágenes satélite, tal y como se ha hecho en la Bahía Chesapeake.
De esta forma, es posible correlacionar a través de imágenes satélite la evolución del número de ostras con el agua más clara y responder a la pregunta de ¿cuántas ostras son necesarias para reducir el impacto de las microalgas?, así como otras variables que serían imposibles de analizar de otra manera.
El empleo de satélites para este tipo de mediciones no es nuevo. Recientemente un estudio liderado por el Laboratorio de Ecología Microbiana y Biogeoquímica de la Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales de la Universidad de Cádiz, en colaboración con investigadores de la Universidad de Nantes, ha utilizado imágenes del satélite Sentinel-2 para evaluar la cantidad de microalgas en los sedimentos fangosos de la zona intermareal de la Bahía de Cádiz.
Entre los hallazgos de este trabajo de tres años de duración se encuentra que la presencia de microalgas es mayor en invierno y menor en verano. Esto difiere de lo que ocurre en el norte de Europa, ya que es en verano cuando mayor productividad existe.
Este tipo de trabajos puede ser de gran utilidad para establecer los límites de producción de moluscos, o zonas idóneas de cultivo.