La superficie autorizada en Andalucía para cultivos marinos alcanzó en 2020 mínimos históricos de los últimos 14 años, según se extrae de las estadísticas de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.
En total, la superficie autorizada alcanzó las 7 503 hectáreas, después de que en 2014 se alcanzó el máximo con 8 942 hectáreas, un 16% menos. Las empresas de acuicultura marina autorizadas fueron 89, de las cuales 23 son instalaciones en el mar y 66 en tierra.
La producción de la acuicultura marina por volumen en 2020 alcanzó las 6 723,96 toneladas en fase de engorde; 40,26 millones de unidades en preengorde. Según indican los datos estadísticos, en la última década, el mayor cultivo de lubina, atún rojo y lenguado ha propiciad un incremento de la facturación acuícola de 20,1% al pasar de 44,27 millones de euros a 53,16 millones de euros en fase de engorde, a los que hay que añadir los 6,3 millones de euros en fase de preengorde.
Sin embargo, esta cifra está por debajo del máximo alcanzado el año anterior de 10 106 toneladas y 73 millones de euros de facturación.
La actividad productora alcanzó 289,25 millones de euros. La pesca fresca es la actividad principal, en 2020 alcanzó un valor de 172 millones de euros. La acuicultura marina es la segunda actividad productora en importancia con 59,46 millones de euros, el 20% del total. Le sigue la pesca congelada con 42,43 millones de euros y la almadraba con 13,07 millones de euros.
En la actualidad, Andalucía cuenta con algo más de medio centenar de empresas que dependen prioritariamente de la transformación de productos pesqueros.
Comparada con el desarrollo de la actividad a nivel nacional, Andalucía cuenta con el 8,7% del conglomerado total, posicionándola como la segunda Comunidad Autónoma por detrás de Galicia.
Las empresas especializadas en la elaboración de productos transformados pesqueros suelen encontrarse principalmente en municipios próximos al mar, tres de cada cuatro empresas se localizan en territorios costeros, manifestando la relación existente con la actividad pesquera extractiva, el potencial de las especies comercializadas en las lonjas andaluzas y la cultura y tradición pesquera como motor generador de empleo en estos municipios andaluces.