El papel de la acuicultura cada vez es más importante para atender la creciente demanda mundial de productos del mar, y su desarrollo debe ir de la mano de la protección de los ecosistemas marinos. Esto se consigue a través de la planificación y la identificación de las Zonas Asignadas para la Acuicultura (AZA), que buscan minimizar los conflictos con otros usos como el turismo, áreas marinas protegidas, pesca a pequeña escala, rutas marítimas y zonas militares, entre otras.
Para profundizar en la importancia de esta planificación para un desarrollo sostenible de la acuicultura, entrevistamos a Erika Porporato, investigadora especializada en Ecología y Planificación de Ecosistemas Marinos y Costeros en el International Marine Centre de Cerdeña.
Erika ha sido recientemente designada como coordinadora del Grupo Asesor sobre Planificación Espacial para la Acuicultura en FAO-GFCM, trabajando con 56 expertos de 18 países del Mediterráneo y del Mar Negro. La función de este grupo es apoyar a los países de estas regiones a identificar y establecer Zonas de Acuicultura mediante un enfoque estratégico y estructurado, alineando la producción acuícola con los principios de sostenibilidad y reducción de conflictos ambientales y socioeconómicos.
Según Porporato, “planificar es garantía de sostenibilidad”, y subraya que los países que implementan una Zona Asignada para la Acuicultura desarrollan su sector de manera más rápida y sostenible, tanto ambiental como socialmente. Este grupo ha brindado soporte a países como Albania, Georgia, Líbano, Marruecos y Túnez, incluyendo la formación de personal en Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la edición de guías para el establecimiento de zonas costeras dedicadas a la acuicultura, facilitando la comprensión y utilización de AZAs en toda la región.
Erika explica que la selección de sitios para acuicultura es un paso crítico en el desarrollo de cualquier proyecto de acuicultura, incluyendo la evaluación de factores bióticos y abióticos que puedan afectar la viabilidad del cultivo. El objetivo es identificar áreas que maximicen la eficiencia de la producción mientras se minimizan los riesgos de eutrofización, propagación de enfermedades y otros problemas ambientales.
La planificación espacial va más allá de la simple selección de un buen sitio, involucrando la disposición óptima de las instalaciones de acuicultura en relación con otras actividades humanas y hábitats críticos. Esto se logra mediante la colaboración de equipos multidisciplinares que trabajan conjuntamente en la planificación, junto con las autoridades locales que deben adoptar las recomendaciones de los expertos.
A través de estas iniciativas, se busca no solo beneficiar la economía regional en países con pocas alternativas de desarrollo, sino también proteger y valorar los ecosistemas marinos, asegurando la futura sostenibilidad de los mismos.