
Muchos emprendedores y consumidores consideran que los productos fruto de la acuaponía son ecológicos pues se hace un uso eficiente del espacio, el agua y se reciclan los residuos de la producción de peces. Sin embargo, en la Unión Europea la normativa que estamos estrenando desde enero de este año no permite certificar plantas cultivadas en sistemas hidropónicos o peces confinados en tanques.
Y es una pena porque la acuaponía cumple con muchos de los preceptos de la certificación ecológica, es una solución local, de baja emisión de CO2 y alineada con la economía circular. Es escalable y cumple con muchos de los objetivos de desarrollo sostenibles de las Naciones Unidas y la verdadera sostenibilidad ambiental, económica y social.
La nueva regulación introduce normas más estrictas y muchas veces de carácter proteccionista o más enfocada en un ideal ecologista que científico. Para que un producto acuapónico pueda ser certificado como de ecológico no puede hacer un uso intensivo de tecnología, algo fuera de toda lógica.
Otro problema que surge de la normativa está en el uso del sustrato y la necesidad de implementar dispositivos de enriquecimiento ambiental para mejorar un supuesto bienestar de los peces, antes incluso de aportar evidencia científica de que los peces no están en un entorno saludable.
En el caso de los sistemas acuapónicos desacoplados, hay otra traba que no contempla la normativa, y que están en el uso de los residuos generados en la producción de peces para ser utilizados como fertilizante para el cultivo hidropónico.
¿Qué haría falta para que la UE permita que los productos acuapónicos sean certificados como ecológicos? Para ello harían falta voluntad de tener en cuenta los datos y una visión enfocada en la evidencia científica y, de esta manera, cambiar la visión que se tiene de este tipo de producción combinada. Poder certificar estos productos no es indispensable para que se pongan en marcha nuevos negocios, sin embrago, ayudaría atraer a nuevos emprendedores al negocio, a poner en marcha nuevos proyectos y una mayor especialización de los operarios.
A pesar de que la Unión Europea está comprometida con tomar decisiones basadas en la evidencia científica, en el caso de la producción ecológica, los criterios en los que se basan la norma no están totalmente alineados en este marco científico y, en muchos casos, las regulaciones están más del lado proteccionista.