Un reciente estudio sobre las diez algas y microalgas con mayores posibilidades para ser usadas en la alimentación animal destaca que, si bien se trata de una alternativa con gran potencial, todavía enfrentan desafíos económicos en comparación con otras fuentes convencionales utilizadas como la harina de soja.
Bajo el título Algae and Climate, el documento analiza la biomasa que se produce, el estado actual del conocimiento respecto a composición nutricional, costes y emisiones de gases de efecto invernadero.
Dentro de la clasificación como macroalgas, destaca el potencial de la Saccharina latissima, la Alaria esculenta, la Palmaria palmata, la Asparogopsis sp, y la Ulva sp. Algunas de ellas, aptas para su cultivo en sistemas de cuerdas, y otras en tanques y estanques.
Por su parte, para cultivos en estanques y fotobiorreactores destaca el potencial de la Spirulina, Chlorella sp, Heamtococcus pluvialis, Nannochloropsis sp.
Respecto a la composición y valores nutricionales, el informe destaca los aportes en términos de proteínas, carbohidratos y lípidos, principalmente omega-3. Advierte que, en base a la evidencia científica y bibliografía, que estos valores nutricionales varían sustancialmente dependiendo del sistema de cultivo, estaciones y estados de crecimiento.
El informe también se para a analizar los costes de producción de estas algas y microalgas señalando que, en promedio, el cultivo de microalgas puede tener un coste de 27 euros el kilogramo de peso seco, mientras que el de las algas es de 14 euros el kilogramo. Esta diferencia estriba principalmente en las mayores inversiones requeridas para producir microalgas, donde se deben incluir el coste de instalación de fotobiorreactores, mano de obra y consumo de electricidad.
Como costes operativos, dependiendo del método de cultivo y cosecha se deben tener en cuenta el deshidratado y secado que, en promedio, tienen un coste de 0,3 euros el kilogramo de peso seco para las algas, y de 0,9 euros por kilogramo para las microalgas.
En el análisis de emisiones de gases de efecto invernadero, el proceso de cultivo y transformado tiene tanto absorción de CO2 como emisión. Sin embargo, se destaca una capacidad de fijación de CO2 de 30% para los sistemas de cultivo en estanques y tanques, y de 60% cuando se trata de sistemas cerrados de fotobiorreactores.
Los autores del informe consideran que confiar únicamente en ingresos procedentes de créditos de carbono no haría viable económicamente la producción de algas para la alimentación animal. Como señalan, a pesar de la capacidad para capturar carbono, las ganancias derivadas de estos créditos “siempre serán marginales”.
En cuanto al costo, la producción de algas, con un precio estimado en 113 euros el kilogramo de proteína bruta, se encuentra en desventaja frente a alternativas más convencionales, como la harina de soja, que se cotizaba a solo 0,92 euros el kilogramo en 2021.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Las algas, especialmente la especie Asparagopsis taxiformis, han mostrado ser potentes inhibidores de la formación de metano entérico en rumiantes. Estudios indican reducciones de hasta un 70% en el ganado vacuno.
Además, otras especies, como Chlorella sp., Nannochloropsis sp., y Spirulina sp., se han demostrado eficaces en la dieta de vacas lecheras, cerdos y pollos, sin efectos adversos.
El estudio identificó varias brechas, incluida la necesidad de explorar más especies de macro y microalgas, desarrollar técnicas de procesamiento poscosecha sostenibles y mejorar el valor nutricional de las algas cultivables para animales.
La búsqueda de alternativas alimenticias sostenibles para animales continúa, y mientras las algas presentan un futuro prometedor, es evidente que aún hay camino por recorrer.
Más información:
van Duinen, R., Rivière, C., Strosser, P., Dijkstra, J. W. Rios, S., Luzzi, S., Bruhn, A., Olaf Nielsen, M. Göke, C., Bhagya Samarasinghe, M., Chassé, E., Heide Nielsen, C., Thomsen, M., Algae and Climate, Publication Office of the European Union, 2023, doi: 10.2926/208135