Roma 16/04/2020 – Cómo afecta y cómo afectará la pandemia del coronavirus (COVID-19) al sector pesquero y acuícola ofrece todavía muchas incertidumbres. De momento, solamente contamos con un mes de confinamiento en el que se ha comprobado cómo los hábitos de consumo han impactado especialmente al consumo de pescado fresco quizá, en menor medida de lo que parecía que iba a ser en la primera semana.
Detrás de la crisis sanitaria vendrá otra social y económica sin precedentes desde la última guerra mundial, o en el caso de España de la Guerra Civil.
Para poder comprender mejor el problema, expertos de la FAO han valorado en un informe la situación del sector pesquero y acuícola actual y futura, y cómo se verán afectadas tanta directas, como indirectamente.
En este punto, y como recuerdan desde la FAO, es bueno recordar que COVID-19 no afecta a la salubridad de los productos pesqueros.
La primera consecuencia apreciable es el impacto en la forma de vida de los pescadores y los acuicultores, así como en la seguridad alimentaria y la nutrición de las poblaciones que dependen en gran medida del pescado para proveerse de proteínas animales y micronutrientes esenciales.
En el caso de la acuicultura, como destaca el documento, los principales impactos que ya son evidentes están en la caída del consumo y que obligan a mantener los stocks mas tiempo del previsto en el agua. Los peces necesitan seguir siendo alimentados por un periodo todavía indeterminado, con el consiguiente aumento de los costes y riesgos.
Las producciones más afectadas son aquellas que se destinan a la exportación. El caso más claro es el del pangasio vietnamita, que ha visto cómo, de la noche a la mañana se cerraron las fronteras en China y la Unión Europea para estos productos. Lo cual puede ser visto como una ventaja para las producciones locales.
Los productores de mariscos, mejillones y ostras, cuyos principales clientes estaban relacionados con el sector HORECA, también están padeciendo de una manera especial el impacto del cierre de estos locales. El caso más impactante es el de los productores de ostras.
El poder mantener la fluidez en el transporte y el paso fronterizo van a jugar un papel muy importante en todo este nuevo escenario. El transporte de semillas de moluscos y peces y de alimento; así como la mano de obra necesaria para llevar a cabo las tareas de mantenimiento.
En lo que respecta a los productores de semillas de moluscos y juveniles de peces, la amplia gama de restricciones por parte de diferentes países sobre los movimientos de carga y la limpieza de los aeropuertos, están complicando el envío de animales vivos, lo que repercutirá en un futuro en la producción.
En este contexto, no obstante, no todo son malas previsiones. La acuicultura a pequeña escala, o de nicho, podría beneficiarse en el corto y medio plazo por una menor competencia de las importaciones de peces de otros países.
Las recomendaciones, por tanto, pasan por apoyar a los productores a mantener las operaciones con prestamos prioritarios como los que se conceden a la agricultura; seguros y tarifas de energía y otros gravámenes ventajosos.
Las ayudas deberán ocuparse de cubrir la producción y las pérdidas de ingresos con objeto de poder mantener las cadenas nacionales de suministro de productos pesqueros; préstamos de condonación utilizados para mantener la nómina y los préstamos a bajo interés para refinanciar la deuda existente.
Aliviar los pagos, es decir, suspender ciertas obligaciones financieras, como servicios públicos, impuestos inmobiliarios e hipotecas; y ralentizar la producción donde hay una caída de la demanda para reducir el acceso al mercado, especialmente si las exportaciones siguen siendo lentas y se pierde mano de obra.