
Contribuir a una acuicultura sostenible mediante la economía circular implica actuar en toda la cadena de valor: desde la formulación de piensos hasta las políticas públicas, las prácticas industriales y las decisiones de los consumidores. Esto requiere un uso más eficiente de residuos, subproductos y nuevos recursos de bajo impacto, evitando al mismo tiempo la competencia directa con los alimentos destinados al consumo humano y reduciendo los costes ambientales.
En línea con este enfoque, un grupo de investigadores internacionales insta a la industria acuícola a adoptar un marco de economía circular para la alimentación de los peces, con el objetivo de aliviar la competencia con los alimentos para las personas y reducir la huella ambiental del sector.
En su revisión “Toward Applying a Circularity Framework Against the Use of Aquaculture Feed Ingredients”, publicada en Reviews in Fisheries Science & Aquaculture, los autores proponen cuatro principios rectores: minimizar el uso de recursos aptos para consumo humano en los piensos, reducir la dependencia del uso de la tierra, maximizar el empleo de ingredientes de origen local y optimizar las características nutricionales de las materias primas.
El estudio, elaborado por científicos de Reino Unido, Canadá, Noruega, Australia y Portugal, advierte de que las prácticas actuales de producción de piensos no son sostenibles. Los piensos acuícolas, que antes se basaban principalmente en harina y aceite de pescado, han pasado a utilizar cultivos vegetales, lo que vincula al sector con la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la competencia con la alimentación humana. Según la revisión, los piensos representan hasta el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero de alcance 3 en la salmonicultura, lo que subraya la urgencia del cambio. El alcance 3 se refiere a las emisiones indirectas generadas a lo largo de la cadena de valor –en el caso de la acuicultura, la producción, el procesado y el transporte de los ingredientes del pienso–, y no al consumo directo de energía o combustible en la propia granja.
Noruega, principal productor mundial de salmón, se presenta como caso de estudio. El gobierno noruego ha fijado objetivos claros para que en 2030 los piensos acuícolas sean sostenibles, convirtiendo al país en un banco de pruebas de los principios de circularidad en acción.
Los autores señalan varias alternativas prometedoras a las fuentes de pienso convencionales. Entre ellas se incluyen subproductos del procesado de pescado, carne y cultivos, harina de insectos, algas, materias primas fermentadas y coproductos de las industrias cervecera y de bioetanol. Sin embargo, para que se adopten de forma generalizada, estos ingredientes deben ser no solo sostenibles, sino también nutricionalmente adecuados, competitivos en costes, seguros y disponibles a escala industrial.
“La transición hacia prácticas circulares y restaurativas en la producción de piensos acuícolas, mediante la valorización de flujos de residuos y el cambio hacia prácticas agrícolas sostenibles, ofrece a los productores de piensos una vía para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de alcance 3 y, al mismo tiempo, mejorar potencialmente muchos otros indicadores medioambientales y sociales”, afirman los autores.
Los expertos advierten de que el éxito requerirá metodologías estandarizadas, sistemas de trazabilidad sólidos y colaboración a lo largo de toda la cadena de valor, desde los investigadores y productores de pienso hasta los responsables políticos, minoristas y consumidores.
Aunque Europa lidera este debate, la revisión subraya que el marco de circularidad puede aplicarse a nivel mundial. Para los investigadores, este cambio es esencial no solo para alcanzar los objetivos medioambientales, sino también para garantizar la rentabilidad a largo plazo y la credibilidad de la acuicultura como sector alimentario sostenible.