BIOTECNOLOGÍA

Factores epigenéticos bien controlados determinan el éxito de la metamorfosis en peces planos

Rodaballos juveniles

Los gestores de los criaderos de rodaballo saben que una metamorfosis bien gestionada no es solo cuestión de morfología, sino de precisión ambiental y equilibrio fisiológico. El conocimiento científico continúa afinando esta visión, aportando nuevas evidencias y un mapa cada vez más detallado para avanzar hacia juveniles más robustos y sistemas de cultivo más eficientes.

Un reciente estudio publicado en Epigenetics & Chromatin ofrece una comprensión sin precedentes sobre cómo la metilación del ADN regula los procesos clave de la metamorfosis, desde la migración ocular hasta la adaptación visual al fondo marino. El trabajo identifica con claridad dónde y cuándo las larvas son más sensibles y señala oportunidades concretas para optimizar su manejo en criadero.

La clave está en el llamado “clímax metamórfico”, una etapa tradicionalmente considerada frágil, pero que ahora se revela como una intensa reprogramación epigenética que condiciona la calidad final de los juveniles. Los científicos destacan que este momento está fuertemente controlado por la hormona tiroidea, responsable de activar la reorganización ocular y el paso definitivo hacia la vida bentónica.

Este hallazgo desplaza el foco hacia la estabilidad ambiental: fluctuaciones bruscas de temperatura, iluminación o calidad del agua pueden interferir directamente en los mecanismos moleculares que garantizan una metamorfosis correcta. Una gestión más precisa de estas variables podría traducirse en juveniles más homogéneos y con mejor rendimiento en el engorde.

El estudio también demuestra que la metamorfosis implica un profundo reajuste del sistema visual. Las larvas, inicialmente adaptadas a un entorno pelágico, reconfiguran su retina para orientarse en condiciones de baja luminosidad. Esta transición hacia la visión escotópica ocurre en paralelo a cambios epigenéticos clave, lo que subraya la importancia de un manejo lumínico suave, estable y sin sobresaltos. Una iluminación demasiado fuerte o irregular puede interrumpir este ajuste natural y comprometer el desarrollo sensorial.

Otro punto crítico es la migración ocular, un proceso que requiere una elevada actividad de las células ganglionares del ojo migrante. La investigación sugiere que cualquier aumento del estrés —manipulaciones innecesarias, densidades elevadas o movimientos bruscos— puede alterar este complejo desarrollo neurosensorial. Minimizar el manejo durante esta ventana biológica resulta esencial para favorecer una metamorfosis completa y equilibrada.

Más allá de las mejoras inmediatas de manejo, el estudio abre una vía prometedora para el futuro: la posibilidad de utilizar biomarcadores epigenéticos como herramienta de diagnóstico precoz. Aunque aún no están disponibles a escala comercial, los patrones de metilación podrían convertirse en indicadores tempranos del éxito metamórfico y ayudar a identificar riesgos antes de que se manifiesten clínicamente.

Referencia:

Guerrero-Peña, L., Suarez-Bregua, P., Sánchez-Baizán, N., Piferrer, F., Tena, J.J., Rotllant, J., 2025. Dna methylation dynamics associated with visual system remodeling during flatfish metamorphosis. Epigenetics & Chromatin 18, 72. https://doi.org/10.1186/s13072-025-00638-x 

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