Los sistemas de recirculación en acuicultura (RAS, por sus siglas en inglés) representan una de las apuestas tecnológicas más ambiciosas del sector acuícola europeo. Sin embargo, en este tipo de instalaciones, un error operativo aparentemente menor puede desencadenar una cascada de fallos con consecuencias productivas y económicas graves en cuestión de horas.
Paradójicamente, y aunque la tecnología se encuentra en una etapa de clara consolidación, el principal desafío de los RAS no es tecnológico ni financiero, sino humano: existe un déficit estructural de formación y de disponibilidad de personal técnico cualificado. Este factor se ha convertido en el verdadero cuello de botella para la viabilidad y escalabilidad de muchos proyectos.
A pesar de ello, los RAS están demostrando ser una alternativa viable, altamente competitiva y sostenible. Gracias a estos sistemas, y a una apuesta financiera decidida, se ha conseguido consolidar en Europa la producción de rodaballo y lenguado en entornos controlados. Otras especies como el pez limón (Seriola dumerili) apuntan también a un importante potencial de desarrollo comercial bajo este modelo productivo.
Entre las principales ventajas de esta tecnología destaca su capacidad para reconciliar crecimiento productivo, sostenibilidad ambiental y aceptación social, tres factores estratégicos para el posicionamiento futuro de la acuicultura europea.
Sin embargo, durante años parte del sector ha caído en la tentación de considerar que los RAS se diseñan, se construyen y que, al “apretar un botón”, comienzan a funcionar de forma casi autónoma, relegando a un segundo plano el factor humano.
La realidad ha demostrado que, sin una gestión diaria extremadamente precisa, basada en la comprensión profunda de los procesos biológicos, químicos y físicos que interactúan de manera constante, y en el correcto funcionamiento de cada uno de sus componentes —filtración mecánica, biofiltración, oxigenación, control de CO₂, gestión de sólidos, sensores y automatización—, no es posible garantizar el éxito empresarial.
Un sistema RAS no sustituye el conocimiento; lo exige. Y esto, aunque pueda parecer paradójico, resulta plenamente coherente, ya que obliga a avanzar hacia la formación de un perfil profesional específico, en el que se combine un sólido conocimiento biológico con competencias técnicas avanzadas en procesos físico-químicos.
Europa es una de las mayores potencias científicas en acuicultura y dispone de un marco regulatorio y financiero bien definido para implantar sistemas RAS a gran escala. No obstante, aún no ha logrado consolidar una masa crítica de profesionales capaces de operar estos sistemas con solvencia, continuidad y criterio biológico, lo que explica por qué algunos proyectos no han alcanzado la competitividad necesaria para mantenerse en el mercado.
El operador de RAS ideal debe responder a un perfil híbrido, capaz de comprender la biología del animal y su respuesta al estrés, interpretar la dinámica microbiana del biofiltro, manejar parámetros complejos de calidad del agua, operar sistemas hidráulicos y de automatización, y tomar decisiones rápidas basadas en datos incompletos.
El futuro de los RAS a escala comercial, más allá del desarrollo tecnológico, se definirá en las aulas, en los centros de formación práctica y en la capacidad del sector para atraer y retener profesionales preparados para este nuevo desafío.

