Gracias a la fermentación en estado sólido, descartes de frutas y verduras pueden ser una fuente sostenible y circular de ingredientes bioactivos con capacidad para mejorar la inmunidad de las especies acuícolas, lo que permite reducir la necesidad de harina de pescado y soja en los piensos comerciales.
Aunque todavía no existen muchos estudios, los recientes avances en el marco del proyecto Fishhealth financiado por el Programa Cervera para Centros Tecnológicos 2020, confirman el potencial tanto de la técnica de fermentación como de los subproductos agrícolas en la mejora inmunológica de la lubina europea (Dicentrarchus labrax).
Según lo publicado en la revista científica Biomass Conversion and Biorefinery, los resultados obtenidos incluyen no solo la reducción de un 20% en la mortalidad frente al patógeno Tenacibaculum maritimum, sino también un enriquecimiento de los piensos con proteínas, ácidos grasos esenciales y compuestos fenólicos bioactivos.
Otro aspecto importante a destacar es que durante el estudio se ha valorizado el Rhizopus sp. para transformar residuos agrícolas a través de la fermentación en estado sólido en ingredientes funcionales.
El análisis mostró que la biomasa fermentada enriquecida con estos compuestos tiene un efecto directo en la mejora del crecimiento y la salud de los peces, incluso cuando se utiliza en proporciones bajas (5%) en la dieta.
Uno de los aspectos más innovadores del estudio es la capacidad de los extractos obtenidos de inhibir el crecimiento de bacterias patógenas como Aeromonas hydrophila, demostrando propiedades antimicrobianas. Este hallazgo abre la puerta a la reducción de antibióticos en la acuicultura, un objetivo clave de sostenibilidad y bioseguridad.
Además, el equipo evaluó la actividad antioxidante de los extractos fermentados, que protegen las células de los peces frente al estrés oxidativo, mejorando su rendimiento fisiológico y reduciendo el riesgo de enfermedades asociadas con condiciones de cultivo intensivo.
Impacto ambiental y económico, y relevancia para la industria acuícola
Este enfoque ofrece una doble solución: por un lado, valoriza residuos agrícolas que de otro modo serían desechados, y por otro, reduce la dependencia de insumos críticos como la harina de pescado y la soja, cuya producción está asociada a un alto impacto ambiental. La aplicación de esta tecnología podría reducir significativamente los costos de alimentación, que representan entre el 50% y el 70% de los costos operativos en la acuicultura.
Iria Folgueira, jefa del Departamento de Sanidad Animal de CTAQUA, destacó durante la Conferencia Mundial AQUA 2024 celebrada en Copenhague el pasado mes de agosto, que esta tecnología, no solo mejora la productividad y sanidad de las especies acuícolas, sino que también responde a la creciente demanda del mercado por productos más sostenibles y éticos.
El proyecto no solo contribuye al desarrollo de una acuicultura más sostenible, sino que también se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al promover una gestión eficiente de recursos y reducir los desechos alimentarios.
Como próximos pasos, el equipo investigador planea ampliar las pruebas experimentales a otras especies acuícolas de interés comercial y explorar la optimización de los procesos de sólidos fermentados para maximizar la producción de compuestos bioactivos.
Con estos avances, la acuicultura da un paso adelante hacia un modelo más resiliente, sostenible y económicamente viable, consolidándose como una solución clave para la seguridad alimentaria global.