El cambio climático y las olas de calor marinas son una amenaza para el futuro de la acuicultura Mediterránea a largo plazo, específicamente para las que cultivan dorada y lubina.
Con objeto de conocer mejor cómo afectarán las futuras olas de calor en el Mediterráneo occidental, un equipo de investigadores de la Universidad de Alicante y la Universidad Miguel Hernández de Elche se centraron en los umbrales términos críticos para el bienestar de la dorada y la lubina.
En el estudio, cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Aquaculture, los investigadores constataron un incremento sistemático de la temperatura a lo largo de las últimas cuatro décadas en profundad y en ubicación de las granjas, alcanzando picos de hasta 0,75ºC por décadas en algunas áreas, así como con un aumento notable de la frecuencia y duración de las olas de calor en los últimos años.
Las olas de calor, como señalan, se han vuelto tres veces más frecuentes, con duraciones casi un 50% más largas en promedio en comparación con los años ochenta del siglo pasado. El evento más severo de la serie estudiada se observó en 2022, con anomalías de hasta 4,2ºC que duraron todo el verano.
Los umbrales térmicos para el bienestar de los peces superaron también consistentemente la profundidad promedio donde se encuentran las granjas, aumentando en 4,3 m por década. Además, el inicio estacional de los umbrales térmicos se adelantó de 5 a 6 días por década.
Por eso, como sugieren, en el futuro habrá que modificar las prácticas actuales de acuicultura, incluida la profundidad a la que habrá que ubicar las jaulas para asegurar condiciones óptimas de cultivo de dorada y lubina. Según los cálculos, las jaulas deberían sumergirse a profundidades de alrededor de 15 metros para la lubina a 20 metros para la dorada, idealmente en la segunda semana de julio. Sin embargo, esto puede no ser factible en áreas poco profundas.
En este sentido, los investigadores consideran importante la innovación tecnológica, la investigación, las medidas regulatorias y la colaboración entre los distintos actores de la industria para desarrollar e implementar estrategias adaptativas efectivas.
Destacan la necesidad de identificar ubicaciones óptimas para la acuicultura que consideren tanto las condiciones actuales como los escenarios futuros del cambio climático para la sostenibilidad a largo plazo del sector.
También será importante la diversificación de especies cultivadas hacia aquellas con mayor tolerancia a las olas de calor y la exploración de nuevas estrategias de cultivo, como los sistemas de recirculación en acuicultura (RAS, por sus siglas en inglés), que pueden ofrecer vías adicionales de adaptación.
Desde el lado de la prevención y anticipación a estos fenómenos oceanográficos, recomiendan la implementación de sistemas de monitorización en tiempo real y la utilización protocolos que mejoren la capacidad de respuesta y que ayuden a la planificación a corto y largo plazo.
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