
Comprender la contribución de las macroalgas como sumideros de carbono puede ser importante para su futuro desarrollo. A pesar del potencial que se les supone a las macroalgas, existen desafíos y problemáticas para calcular correctamente su contribución para aminorar la cantidad de CO2 en la atmósfera y viabilidad como estrategia de mitigación del cambio climático.
Entre los desafíos se destacan la dificultad para estimar de manera precisa las tasas de crecimiento y la capacidad de absorción de carbono. Las algas marinas interactúan con el ecosistema y los ciclos biogeoquímicos y comprender y evaluar estas es crucial para evitar impactos negativos en el ecosistema marino.
Con el objetivo de avanzar en este cálculo, investigadores chinos han llevado a cabo un estudio para establecer un método para evaluar el sumidero neto de carbono del cultivo de las macroalgas marinas Gracilaria lichenoides y Gracilaria lemaneiformis, las más producidas en China.
Este método, explican, propone un nuevo modelo sinérgico que se basa en el cultivo de macroalgas marinas, la acuicultura comercial y la producción de alimento verde.
Para ello, en primer lugar, han calculado el sumidero neto de carbono del cultivo de Gracilaria en función del rendimiento anual de la biomasa registrado en el Anuario Estadístico Pesquero de China de 2011 a 2020. Posteriormente, han predecido la tendencia del sumidero neto de carbono de 2021 a 2030 utilizando el modelo de media móvil autorregresiva integrada (ARIMA).
Por último, han explorado el aumento potencial del sumidero de carbono y la reducción de metano relacionado con el cultivo de Gracilaria a través de un análisis de escenarios.
Según los resultados, el sumidero neto de carbono en el cultivo de Gracilaria aumentó de 32,1 a 92,4 kilotoneladas año desde 2011 a 2020, con “gran tendencia de crecimiento anual”. Por ello, señalan, se predice que el sumidero neto de carbono aumentará de 77,8 a 191,4 kilotoneladas por año de 2021 a 2030, “lo que podría contribuir considerablemente al logro del objetivo de pico de carbono de China”.
Bajo la perspectiva de producir alimento verde para rumiantes mediante el cultivo adicional de Gracilaria, se estima que cada tonelada de macroalgas reducirá las emisiones de carbono (específicamente metano) en un rango de 0,33 a 0,68 toneladas. Esto implica que el cultivo de macroalgas marinas podría generar una cadena sinérgica en la que se incrementa el sumidero de carbono, se purifica el agua, se beneficia la economía y se reduce la emisión de metano.