El fraude en productos del mar constituye una de las principales preocupaciones del sector, tal como ha identificado el Parlamento Europeo, que sitúa esta categoría como la segunda con mayor riesgo de sustitución o etiquetado incorrecto. La globalización de las cadenas de suministro, junto con la complejidad de los procesos de distribución y transformación, facilita la aparición de irregularidades difíciles de detectar mediante métodos convencionales.
Con el objetivo de ofrecer una solución práctica, económica y aplicable en campo, un equipo multidisciplinar de la Universidad de Oviedo está probando nuevas técnicas genéticas que permiten detectar, de manera rápida y visual, fraudes en la comercialización de invertebrados marinos de alto valor comercial, como bogavantes, navajas, pulpos o zamburiñas.
El proyecto, denominado EyeFishTrack, busca reforzar la trazabilidad y autenticidad de los productos pesqueros a lo largo de toda la cadena de suministro, desde lonjas y rulas hasta restaurantes.
El equipo de EyeFishTrack ha ensayado una metodología basada en la Amplificación Isotérmica Mediada por Bucles (LAMP), capaz de revelar mediante un simple cambio de color la identidad genética de las especies analizadas. En las primeras pruebas, realizadas con la colaboración del restaurante El Cortijo de Salinas (Castrillón), se logró distinguir de forma inmediata el bogavante del Cantábrico (Homarus gammarus) del bogavante americano (Homarus americanus): el primero provoca un viraje a color azul en el tubo de ensayo tras la extracción del ADN, mientras que el segundo no produce variación cromática.
El proyecto está liderado por el Área de Genética del Departamento de Biología Funcional, con la participación del Área de Química Analítica del Departamento de Química Física y Analítica y del Área de Didáctica de las Ciencias Experimentales. Su propósito es desarrollar metodologías visuales de detección que puedan integrarse en protocolos de control rutinarios, incluso en productos cocinados, hervidos o procesados, donde las características morfológicas originales ya no son identificables.
Según explica el catedrático Yaisel Borrell Pich, investigador principal del proyecto, junto con la investigadora predoctoral María Celenza, “la genética nos permite identificar con total fiabilidad las especies incluso cuando no queda rastro de su aspecto original. Esto abre la puerta a herramientas de verificación rápida que no requieren personal especializado”.
El equipo subraya que la sustitución de especies no solo tiene consecuencias económicas, sino que también afecta a la conservación de los recursos marinos, la seguridad alimentaria y la confianza del consumidor.
El proyecto EyeFishTrack representa un paso decisivo en la aplicación de la biotecnología al control de calidad y transparencia en el sector de los productos del mar, alineándose con los objetivos europeos de lucha contra el fraude alimentario y protección de la biodiversidad marina.
