
Científicos australianos de la Escuela de Biociencias de la Universidad de Melbourne acaban de publicar una interesante revisión en la que se pone en valor el comportamiento de los peces como un recurso poco investigado para mejorar la producción y el bienestar de la acuicultura industrial.
El comportamiento de los peces es un recurso adicional y actualmente poco investigado que podría integrarse en las prácticas rutinarias de una granja, como los muestreos, cambios de redes o alimentación para mejorar la producción y el bienestar en la acuicultura industrial.
Se sabe que los peces tienen un comportamiento innato y otro aprendido a través de la práctica granjera. A escala laboratorio se ha comprobado cómo a través del entrenamiento, los peces pueden bajar sus niveles de estrés y, por tanto, mejorar su bienestar. Sin embargo, se trata de estudios con baja incidencia en la escala industrial, lo que pone de manifiesto un desajuste entre el uso teórico y el práctico y, por tanto, la integración en una granja sigue estando lleno de obstáculos logísticos.
La investigación en este tipo de aplicaciones se puede dividir en dos categorías, utilizando comportamientos inherentes existentes en los peces y fomentando nuevos comportamientos a través del aprendizaje, como el condicionamiento o la habituación, y la vía de aprendizaje social (peces que aprenden de otros peces).
En el caso del comportamiento innato, las propuestas pasan por aprovechar este tipo de circunstancias para manejar los peces con el mínimo estrés, para evitar los parásitos a través de estímulos luminosos o colores específicos de los tanques, o para que los peces llenen la vejiga natatoria, entre otros ejemplos.
Estas ideas no son nuevas, sin embargo, no hay muchas que se hayan implementado a nivel de granja comercial, muchas veces porque extrapolar las experiencias de laboratorio a escala industria no siempre es fácil.
Algunos métodos basados en esta respuesta innata se están probando con relativo éxito en Noruega, es el caso del uso de luces profundas y alimentación profunda para reducir la incidencia de los parásitos en el salmón Atlántico (Salmo salar).
En este caso hay otro ejemplo de tecnología para prevenir los piojos en salmón es la jaula de snorkel, que obliga al salmón a nadar profundamente y reducir el contacto con los parásitos.
La otra opción es entrenar a los peces a través de estímulos positivos lo que hace reducir el estrés y mejorar el bienestar animal. En este caso el acondicionamiento de recompensa con alimento puede ser el más habitual.
La tercera opción es que los peces se enseñen unos a otros. Se ha demostrado experimentalmente como los peces aprenden de otros a alimentarse y sin embargo es un aspecto al que se le ha prestado poca atención, quizá porque los mecanismos son poco conocidos.
El mayor reto futuro será poder llevar estas investigaciones a la escala industrial, ya que la observación del comportamiento de los peces en este nivel es difícil, aunque esencial para comprender por qué un pez se comporta de tal manera.
Los investigadores para poder avanzar en este sentido se deben poder responder a preguntas relacionadas con los estímulos que provocan respuestas deseadas, el tiempo que el estímulo debe ser aplicado, o en qué condiciones los peces ya no responden a los estímulos, entre otras.
En resumen, la revisión discute las limitaciones asociadas con la puesta en práctica de los principios del comportamiento y sugieren formas de incorporar el comportamiento en la gestión de la granja.
Referencia:
Georgia Macaulay, Samantha Bui, Frode Oppedal, Tim Dempster. Challenges and benefits of applying fish behavior to improve production and welfare in industrial aquaculture. Reviews in Aquaculture.