En un mundo donde la población crece de manera constante y los recursos naturales enfrentan una presión sin precedentes, la acuicultura ya es la principal fuente de pescado, marisco y algas para alimentar al mundo.
El último informe FAO sobre “El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura (SOFIA 2024) muestra que en 2022 la producción acuícola alcanzó un récord de 130,9 millones de toneladas, representando el 51% de la producción total de productos acuáticos. Esta cifra subraya no solo la relevancia de la acuicultura, sino también su potencial.
La acuicultura se ha convertido desde hace ya décadas en la solución vital y sostenible para los desafíos de seguridad alimentaria que enfrentamos. Mientras la demanda de alimentos nutritivos y accesibles se incrementa, la acuicultura ofrece una ruta eficiente y respetuosa con el medio ambiente para producir proteína de alta calidad.
Las ventajas son más que evidente y, a diferencia de la agricultura terrestre, que a menudo requiere extensas áreas de tierra y grandes cantidades de agua dulce, la acuicultura puede producir cantidades comparables de proteínas en una fracción del espacio y con menos recursos hídricos.
En Europa, además, contamos con un sector altamente tecnificado hacia la sostenibilidad y la mejora del rendimiento productivo. Los sistemas de recirculación acuícola (RAS) que se están desarrollando, por ejemplo, reutilizan el agua eficientemente, minimizando el impacto ambiental y permitiendo la operación incluso en áreas donde el agua es escasa.
La acuicultura va más allá de la eficiencia y sostenibilidad. Es un motor económico significativo para muchas comunidades costeras y rurales, proporcionando empleos y sustento a millones de personas alrededor del mundo. En regiones donde las opciones de empleo son limitadas, las granjas acuícolas ofrecen una fuente vital de ingresos y un estímulo económico local.
Nutricionalmente, los productos de la acuicultura son superiores en muchos aspectos, ricos en omega-3, proteínas y otros nutrientes esenciales que son fundamentales para combatir la malnutrición global. Esto es particularmente crítico para países en desarrollo, donde el acceso a alimentos saludables y asequibles puede ser limitado.
Además, al proporcionar una alternativa sostenible a la pesca de captura, permite que las poblaciones de peces silvestres se recuperen y mantiene la biodiversidad en nuestros océanos.
Aunque todavía hay muchos que no lo ven, o no quieren verlo, la acuicultura no es solo una parte de la solución para asegurar la alimentación mundial, es una solución que promueve un enfoque más equilibrado y sostenible para nuestra creciente demanda alimentaria.
Europa enfrenta a partir de hoy una nueva configuración de su Parlamento, espero que las evidencias que hay para impulsar y fortalecer la acuicultura sirvan para que definitivamente tomemos conciencia de la necesidad de desarrollar un sector potente capaz de satisfacer nuestra demanda de productos acuáticos y contribuir a alimentar al mundo de una manera sostenible.