
La próxima economía será circular o no será economía, ya que los sistemas lineales basados en producir, usar y desechar ya no tendrán cabida de aquí a 2030. Por eso, academia y productores deben buscar fórmulas más sostenibles para seguir garantizando la provisión de alimentos en un planeta cada vez más poblado. Esto implica, por tanto, que todo residuo deba ser considerado para ser valorizado.
Según indican investigadores de la Universidad Católica de Valparaíso, la integración de la biorremediación en los actuales sistemas de producción de peces es prometedora para mitigar el impacto ambiental de los efluentes de acuicultura. Además de conseguir reciclar los nutrientes del agua de salida de la instalación, permiten diversificar la producción y la creación de nuevos productos valorizados.
El cultivo de peces en muchas ocasiones genera cargas de nutrientes de alto valor nutricional que se desechan y que, sin embargo, pueden ser aprovechados por otros organismos acuáticos y terrestres.
Con esta intención, los investigadores buscaron evaluar, por primera vez, la eficiencia de Sarcocornia neei cultivada. Las tasas de crecimiento más altas se alcanzaron en sistemas de aguas profundas, donde se consiguió el 100% de supervivencia de las plantas y un sustrato de arena artificial con diferentes cargas de nitrógeno y fosfato. Posteriormente, sabiendo que el mejor desempeño se produjo con un sistema de aguas profundas, evaluaron la eficiencia de remoción de nitrógeno y tasas de productividad en acuaponía.
Los investigadores son conscientes de que en estudios posteriores deberán determinar la viabilidad de integrar a largo plazo estos cultivos como sistema de biorremediación en una escala real y comercial de peces.