En los últimos años, la agricultura ecológica ha sido promovida como una solución sostenible para enfrentar los desafíos medioambientales y sociales del sector agroalimentario. Sin embargo, un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo bajo el título "Agricultura ecológica en la UE: Las lagunas e incoherencias restan eficacia a la política" revela importantes deficiencias en las políticas que respaldan este tipo de producción.
Aunque el análisis se centra en el sector agro-ganadero terrestre y no menciona directamente a la acuicultura ecológica, muchos de los problemas descritos son aplicables también a esta actividad.
Por ejemplo, en el informe se menciona que la producción ecológica tiene costes más elevados y obliga a cumplir con estándares ambientales de difícil implementación en pequeños productores. La baja rentabilidad también choca con una demanda débil o prácticamente inexistente en el caso de la acuicultura ecológica.
En el informe se mencionan incoherencias y falta de políticas claras entre países de la Unión Europea que respalden la producción ecológica, creando desigualdades en la implementación y certificación. Un ejemplo de estas incoherencias es el hecho de que, en algunos países de la UE, los acuicultores ecológicos han tenido dificultades para obtener insumos totalmente ecológicos, como el alimento para los peces o los alevines criados en condiciones orgánicas. En situaciones donde no hay suficientes insumos disponibles, los productores pueden utilizar productos no ecológicos bajo excepciones regulatorias, lo que compromete la integridad del proceso de producción ecológica.
Por otro lado, se observa una carencia de datos que respalden la idoneidad de las prácticas ecológicas acuícolas, como de calidad del agua, entre otros.
Uno de los puntos más preocupantes del informe es que los beneficios medioambientales de la agricultura ecológica no siempre se garantizan, debido a fallos en la implementación de las normas. En la acuicultura ecológica, esto se traduce en la necesidad de una vigilancia estricta para asegurar que se cumplan las normativas ecológicas, desde el manejo del agua hasta el bienestar de las especies cultivadas. Si no se aplican de manera efectiva las reglas, los beneficios ambientales de estas prácticas pueden verse disminuidos, socavando los esfuerzos para crear un modelo sostenible.
Además, en la acuicultura ecológica surgen desafíos particulares que no se encuentran en la agricultura terrestre. Por ejemplo, la falta de control total sobre el entorno acuático puede complicar los esfuerzos para mantener la calidad del agua y minimizar los impactos en los ecosistemas circundantes. Las especies criadas en sistemas ecológicos pueden estar expuestas a contaminantes externos o enfermedades provenientes de fuentes ajenas al control del productor, lo que dificulta el cumplimiento de los estándares ecológicos.
En el sector acuícola, el seguimiento de parámetros ambientales como la calidad del agua, la biodiversidad o el impacto sobre los fondos marinos no siempre se realiza de manera estandarizada. Esto dificulta la creación de una base de datos que permita comparar el rendimiento de la acuicultura ecológica frente a la convencional, y complica la evaluación de su verdadero impacto medioambiental a largo plazo.
La financiación es otro aspecto crucial que el informe pone de manifiesto. En la agricultura ecológica, el apoyo financiero de la Política Agrícola Común (PAC) ha sido vital para expandir las tierras de cultivo ecológico, pero no siempre ha sido eficiente en garantizar que estos fondos se utilicen para maximizar los beneficios medioambientales. En la acuicultura ecológica, el acceso a financiamiento adecuado también juega un papel crucial. Los productores necesitan fondos para implementar tecnologías limpias, mejorar las instalaciones de cría, y garantizar el bienestar animal.