A la hora de medir el valor de la acuicultura europea en el contexto internacional siempre se comete la simpleza de multiplicar volumen por precio unitario. Cuando se hace esto se desprecian otros valores intrínsecos más importantes: La capacidad de generar conocimiento, servicios y tecnologías que son exportadas a cualquier parte del mundo.
Esta forma obsoleta de medir el producto interior bruto de nuestra acuicultura como europeos oculta que detrás existen universidades, centros tecnológicos, empresas de servicios y de tecnología únicos en el mundo.
En Aquaculture Europe 2021 de Madeira (AE21MAD) hemos podido comprobar, una vez más, que detrás de cada pescado y marisco producido hay un importante sector académico y un número muy representativo de empresas emergentes y multinacionales.
El nuevo paradigma económico en el que estamos entrando, y que se ha acelerado como consecuencia de la COVID-19, la digitalización, la mecanización y robotización de los procesos va a ser clave contar con la academia y las empresas de tecnologías y servicios. Por eso, al margen de los volúmenes producidos de peces y mariscos totales, tenemos que empezar a tener en cuenta otros indicadores que integren conocimiento generado e innovación.
AE21MAD ha servido para volver a reunirnos y vernos cara a cara; y también, para poner en valor la importante capacidad de la academia por crear conocimiento. Es la hora de ceder el turno a la nueva generación de jóvenes investigadores que servirán de relevo a los que dieron inicio a este sector.
Una sociedad vale, lo que vale su capital humano, es decir, el conocimiento, las habilidades y la salud que la gente acumula a lo largo de su vida.
En AE21MAD, además de valorar este capital humano, hay que destacar a las más de 100 empresas de servicios y tecnología que han participado en la Conferencia. Pues, todas ellas, hacen que Europa se convierta en una potencia mundial.
También hay que valorar a las empresas intermedias en la cadena de valor, altamente tecnificadas, capaces de producir alevines y juveniles de una decena de especies marinas de gran interés para el consumidor. Desde Europa se exporta conocimiento en forma de nuevas vacunas; piensos altamente específicos de alta calidad que llegan a muchos rincones del mundo; aditivos nutricionales; y otros equipos que se fabrican aquí y que contribuyen a producir peces y mariscos en muchos lugares del planeta; y por qué no decirlo, de medios de comunicación altamente especializados que democratizan todo este conocimiento y acercan a las personas.
Por otro lado, la ciudadanía europea tiene que entender que para consumir pescado hay que producirlo, y que no hay mejor lugar y más seguro que en Europa. No podemos seguir siendo una potencia mundial en la generación de conocimiento acuícola y al mismo tiempo depender del 70% del pescado y marisco para alimentarnos. Tenemos que crear una narrativa inclusiva alrededor de los tres pilares de la acuicultura europea: academia, industria y producción, y hacerlos valer.
Academia e industria tiene que trabajar más mano a mano. Ambos mundos deben aún acercarse más. Sin embargo, el camino está ahí y la voluntad parece que también.