
La reforestación marina a través del cultivo de plantas y algas puede ser parte de la solución para reducer la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera y por eso se ha convertido en una excitante área de estudio en los últimos años. Sin embargo, existen voces en el ámbito científico que no ven tan clara esta contribución, tal y como se está planteando en la actualidad y ven muchos desafíos en el camino.
Una cosa parece clara, la reforestación oceánica es un área de estudio que necesita de mucha investigación para poder establecer la capacidad de fijación de CO2 por parte de las algas marinas.
Con objeto de clarificar un poco más esta circunstancia, un equipo de investigadores marinos ha publicado un artículo en Nature Communications donde sugieren replantear la forma en la que se calcula cómo las algas contribuyen a la abosorción de CO2 atmosférico analizando la retroalimentación geoquímica que se produce en los océanos a través de la calcificación por parte de epibiontes y la reasignación de nutrientes.
Según los autores de este último estudio, trabajos anteriores en esta área estuvieron “técnicamente sesgados” debido al “uso de datos y evidencias selectivas”, por lo que la conclusión de estos estudios “no está suficientemente respaldada y puede ser engañosa”.
En el estudio se sugiere que la entrada de CO2 atmosférico en el agua de mar superficial, después de la fijación de CO2 por parte del Sargassum, tarda de 2,5 a 18 veces más que el tiempo en el que el agua de mar superficial está en contacto con la atmósfera.
En este sentido, como señalan, es esencial hacer “evaluaciones exhaustivas” antes de implementar “cualquier método de eliminación de dióxido de carbono” basado en el océano a gran escala para evitar “consecuencias negativas significativas”.
Como concluyen, la forestación oceánica, como medio de eliminación de CO2, es también “un caso que debe ser evaluado rigurosamente”.
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