Mucho se viene hablando de la importancia de contar con larvas en cantidad y calidad para un mayor crecimiento de la piscicultura. Para ello, es necesario contar con innovaciones por vía de los microalimentos inertes diseñados para cada etapa del pez que permitan reducir el uso de alimento vivo, tradicionalmente utilizado en la industria.
Estas soluciones nutricionales innovadoras deben ir combinadas de probióticos que mejoren los resultados en términos de crecimiento, resistencia a enfermedades y supervivencia.
La elección del tipo de microalimento es fundamental, ya que este debe ser atractivo para la larva, altamente digestible y estable en el agua. Para mejorar la biodisponibilidad de los nutrientes, la mejor opción pasa por la microdieta inerte a través de técnicas encapsulación, recubrimiento y fermentación para mejorar la absorción.
Los microencapsulados ricos en proteínas, ya que las larvas de peces pueden necesitar hasta un 40% de proteína diariamente para su buen crecimiento. Los lípidos poliinsaturados, especialmente los omega-3 EPA y DHA, por su parte, deben estar presentes entre un 10% y 20%, para proporcionar la energía para el crecimiento y el funcionamiento óptimo de los órganos y el sistema neurológico y las capacidades visuales de las larvas.
También deben contener carbohidratos fácilmente digeribles, además de minerales esenciales, vitaminas y otros micronutrientes, se han mostrado como una solución altamente interesante ya que aumentan su estabilidad y evitan la pérdida de nutrientes.
Los alimentos en forma líquida o emulsiones y suspensiones, también son fundamentales para alimentar las larvas en etapas intermedias, ya que permiten una absorción efectiva de nutrientes.
Varias son las soluciones alternativas que se vienen barajando: materia prima de origen microbiano, levaduras, microalgas y micropartículas inertes, aunque hasta ahora los resultados son inconsistentes.
La incorporación de probióticos, una práctica ampliamente extendida en piscicultura, es también una parte fundamental para mejorar el crecimiento, reforzar la resistencia a enfermedades y mejorar la calidad del agua. Estos pueden administrarse mediante inmersión directa y baños, sistemas de biofloc y aditivos alimentarios.
Estrategias que, sin duda, representan un punto de inflexión en la forma en que se aborda la nutrición en acuicultura, abriendo el camino hacia una industria más resiliente y adaptada a los desafíos futuros.
También es importante tener en cuenta la frecuencia de alimentación y el metabolismo. Las larvas de peces, debido a sus altas tasas metabólicas y demandas de alimentación frecuentes, deben ser alimentadas al menos dos veces al día. La temperatura del agua también afecta a su metabolismo en relación con la proteína y la energía.
A mayores intervalos de alimentación mayores suelen ser los costes operacionales, algo que se mejora incorporando en las plantas sistemas de alimentación automáticos. Esto requiere a su vez del desarrollo de micropiensos que permanezcan estables más tiempo.
En definitiva, la alimentación de las larvas requiere de amplios y especializados conocimientos de larvicultura y piscicultura, lo que se consigue a través de un buen conocimiento del sector en el que se trabaja.