Un uso juicioso de los ingredientes marinos finitos procedentes de fuentes pesqueras podrá sostener la industria del salmón Atlántico (Salmo salar) hasta 2100 y más allá. Esto es lo que afirman investigadores australianos de la Universidad de Deakin en un artículo publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Food.
Los investigadores utilizan en su análisis las proyecciones de crecimiento esperadas de entre 2 a 3% hasta 2030 entre los principales productores y los países donde se darán un desarrollo más rápido. En la ecuación han incluido a Noruega y Chile donde se esperan crecimientos de entre el 2 y 6% anual; Escocia donde no se espera un crecimiento significativo; y Australia, Islandia, China y Rusia, donde se esperan crecimientos de 16%.
Como defienden los autores de este estudio, un buen control de las pesquerías a nivel mundial permitirá seguir contando con, al menos, 1 millón de toneladas de aceite de pescado, el ingrediente más limitante. Además, en este contexto habrá que tener en cuenta que cada vez se usarán más subproductos de la pesca y de la acuicultura en un entorno de economía circular que permitirá producir más aceite de pescado de manera sostenible.
Con los datos que manejan los investigadores, la industria del salmón puede mantener el uso de 400 000 toneladas de aceite de pescado. Desde una perspectiva industrial “no se ejercerá una presión adicional sobre los niveles de aceite de pescado disponible, ni habrá una necesidad mayor de explotar pesquerías de peces pelágicos”.
Un hecho que ponen de manifiesto los investigadores y que deja en evidencia a los agoreros de que la industria acabaría con los recursos pelágicos es que a pesar que las capturas para producir aceite de pescado se han mantenido estables en estos años, no ha afectado el crecimiento de la industria acuícola. Como señalan, “no se ha encontrado una correlación estadística entre el crecimiento de la industria acuícola y la captura de peces pelágicos asociada”.
Además, añaden, se da la circunstancia de que muchas de las especies utilizadas para producir harina y aceite de pescado no se consumen directamente como alimento humano directo. En parte, añaden, por las propiedades organolépticas de estas especies y las preferencias de los consumidores; y en parte también por la separación geográfica de los mercados y los consiguientes costes asociados a la conservación y el transporte de los productos del mar.
La acuicultura del salmón permite a los consumidores tener acceso al preciado Omega-3
Según los cálculos de los investigadores, incluso con pequeñas reducciones en la inclusión de aceite de pescado en los piensos para salmón, se puede lograr una producción y un crecimiento continuo sin tener que hacer más presión a los ingredientes marinos de origen extractivo.
Históricamente, explican, los piensos para salmón contenían un 25% de aceite de pescado. Esto permitía que con 100 gramos de filete de salmón se alcanzara una ingesta de 2,9 miligramos de Omega-3 EPA y DHA. Actualmente, los niveles de inclusión de aceite de pescado están en el 10% y los de harina de pescado en el 15%. Con dos raciones, 200 gramos de salmón se proporcionan el 95% de Omega-3 recomendado a la semana para que llevemos una dieta cardiosaludable. En el caso que se redujera un 3% la inclusión de harina y aceite de pescado respectivamente, dos raciones proporcionarían más del 60% del Omega-3 recomendado por semana.
En tal caso, señalan, el 94% se alcanzaría con tres raciones de salmón semanales. Curiosamente, destacan los autores de este trabajo, 100 gramos de salmón Atlántico salvaje proporciona 760 miligramos de Omega-3 EPA y DHA, que está en los valores actuales del filete de salmón de cultivo, incluso por debajo. Por lo tanto, añaden, “el salmón Atlántico de piscifactoría sigue siendo comparable, si no mejor que el salvaje en términos de valor nutritivo”. Incluso, añaden, en un contexto donde los piensos continúan reduciendo los niveles de inclusión de aceite de pescado.
Siguiendo con esta línea argumental, y muy al contrario de lo que piensan algunos detractores, la salmonicultura está consiguiendo satisfacer la demanda de los consumidores de productos ricos en Omega-3.
Las formulaciones de los piensos, añaden, buscan el máximo rendimiento con el menor uso de ingredientes finitos y de alto coste. Donde, además, se busca que cumplan con los requerimientos nutricionales de los consumidores. Esto solo se puede conseguir a través de la acuicultura ya que sería inviable desde el punto de vista de la utilización de los recursos a través de los salmones silvestres.
Dicho de otra manera, la salmonicultura maximiza la utilización de Omega-3 para entregar al consumidor un producto nutricionalmente demandado.
A medidas que las tecnologías continúen mejorando, señalan en su trabajo, estos aceites extractivos se irán complementando con otros alternativos de fuentes noveles como las microalgas y aceites vegetales modificados. Como recuerdan, si bien algunos productores de piensos comerciales ya incluyen Omega-3 tipo DHA de fuentes noveles en bajas concentraciones, los niveles de inclusión de éstos por cuestión de costes siguen siendo “prohibitivos”. Sin embargo, a medida que aumenta la inversión y la producción de Omega-3 alternativos es de esperar que disminuya su coste. Esto permitirá su futura mayor utilización en los piensos, y hará que el salmón siga siendo una fuente natural de Omega-3 EPA y DHA para consumo humano.