FORMACIÓN

La selección del alimento vivo en especies carnívoras es esencial para evitar malnutrición y canibalismo

El alimento vivo, las condiciones de cultivo y la densidad de ejemplares son claves para reducir el canibalismo en las primeras fases de cultivo de las larvas de los peces carnívoros

Artemia salina, Mounir Rdait

La piscicultura mediterránea esta basada en la producción de especies de alto valor que por lo general son carnívoras. En los criaderos, trabajar con este tipo de larvas presenta varios desafíos, principalmente por su rápido crecimiento y altos requerimientos de alimento vivo, que de manera estándar son el rotífero y la Artemia. Y, en algunos casos, copépodos.

Este proceso de producción de alimento vivo, además de costoso puede resultar complejo al tratarse de un cultivo de presas vivas que deben estar a punto para ser consumidas por las larvas de los peces y aportar los requerimientos nutricionales mínimos a estas.

Cuando esta alimentación no se realiza adecuadamente o, cuando los aportes nutricionales son deficientes, se producen casos de mal desarrollo larvario, mortalidad y canibalismo.

En especies como la dorada o la lubina después de muchos años de desarrollo se cuenta con protocolos perfectamente establecidos. Sin embargo, en el caso de nuevas especies emergentes de interés como la corvina, la seriola o el atún rojo, sigue siendo desafiante.

Manuel Yúfera, uno de nuestros mayores expertos investigadores en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con una amplia experiencia en desarrollo temprano de peces marinos con aplicación en acuicultura explica en sus trabajos cómo es el desarrollo de una larva. Cuando éstas eclosionan del huevo dependen para su desarrollo ontogénico de una fuente de energía endógena, denominada vitelo. Posteriormente, desarrollan los ojos y “abren la boca” comenzando una alimentación exógena de presas vivas antes de la completa consumición de las reservas de energías del vitelo.

Por eso los estudios establecen de "vital importancia" establecer los tamaños de presas ingeridos por las larvas a través de una correlación con el tamaño del cuerpo y de la boca de la larva.

Por ello, el conocimiento de los cambios ontogenéticos en los hábitos de alimentación de las larvas es crucial para desarrollar un régimen de alimentación adecuado para la cría exitosa de larvas en la acuicultura de peces.

Además de proporcionar suficiente alimento a las larvas de los peces como algo recomendado, es importante conocer bien la especie con la que se está trabajando. En algunos casos, el canibalismo puede evitarse separando las larvas según su tamaño. En otros casos puede ser interesante aumentar la densidad de la población para reducir el canibalismo ya que puede disminuir la agresividad de las larvas.

Esto sucede por ejemplo en el caso de la lisa (Mugil cephalus) que según diversos estudios puede tolerar densidades de población de 100 larvas por litro. Otras especies que también toleran estas densidades son el pez cebra (Danio rerio) o la perca europea (Perca fluviatilis).

Otra especie que puede tolerar densidades de larvas altas es la corvina, según los datos, entre 40 a 50 larvas por litro. Sin embargo, en este caso es altamente recomendable cuidar la calidad del agua, de la alimentación y del manejo en general. Lo mejor con esta especie es mantener una densidad menor para evitar episodios de estrés y canibalismo.

En otras ocasiones, reducir el canibalismo es una cuestión de adaptar el entorno, es decir, tener una iluminación adecuada o una profundidad del tanque que permita a las larvas moverse en la columna de agua.

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