Un reciente estudio científico revela que las marismas de Doñana, una de las zonas húmedas más importantes de Europa y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, podrían sufrir una transformación drástica a finales de este siglo. El aumento del nivel del mar, combinado con la posible eliminación del dique de la Montaña del Río, inundaría la región con agua salobre durante las mareas vivas, según las proyecciones presentadas en el Journal of Marine Science and Engineering.
El estudio, liderado por un equipo de investigadores de la Universidad de Aveiro y la Estación Biológica de Doñana (CSIC), destaca que el nivel del mar podría aumentar hasta 0,84 metros en la desembocadura del Guadalquivir para finales del siglo XXI. Utilizando un modelo hidrodinámico avanzado, los científicos analizaron cómo la retirada del dique — construido en 1984 para limitar las inundaciones mareales — afectaría al equilibrio ecológico de este espacio protegido.
“Sabemos que el cambio climático tendrá impactos globales, pero es crucial desarrollar modelos locales que guíen estrategias de adaptación”, afirma Ricardo Díaz-Delgado, coordinador del estudio y experto en teledetección en Doñana. El modelo mostró que la eliminación del dique, aunque podría restaurar flujos naturales beneficiosos, también provocaría inundaciones de agua salobre que afectarían negativamente a la biodiversidad y al paisaje de la región.
El delicado equilibrio de Doñana
Desde su creación, el dique de la Montaña del Río ha desempeñado un papel esencial en la protección de las marismas. Además de controlar las mareas, sirvió como barrera tras el desastre de Aznalcóllar en 1998, cuando un vertido tóxico amenazó con contaminar irreversiblemente este frágil ecosistema.
Sin embargo, el plan de restauración Doñana 2005 planteó su eliminación para favorecer el desarrollo de la biodiversidad mediante la reintroducción de flujos naturales. Pero los expertos advierten que esta medida también podría alterar las comunidades de plantas acuáticas y facilitar la proliferación de especies invasoras debido al aumento de la salinidad.
El estudio muestra que, sin el dique, las mareas vivas podrían inundar por completo las marismas con agua salobre. Este fenómeno modificaría los gradientes de salinidad y el transporte de sedimentos, afectando tanto la morfología del terreno como los hábitats acuáticos. Por el contrario, si se mantiene el dique, la entrada de agua salobre sería mucho menor, preservando en mayor medida las condiciones actuales.
“Las decisiones sobre la gestión de Doñana deben equilibrar los objetivos de restauración ecológica con los desafíos del cambio climático”, subraya Inês Couto, primera autora del estudio y experta en dinámicas estuarinas.
El futuro de Doñana depende de decisiones políticas basadas en evidencia científica. Este estudio pone de manifiesto la necesidad de implementar medidas de adaptación que protejan este valioso ecosistema frente a los impactos del cambio climático, sin comprometer su rica biodiversidad.
El tiempo apremia. Con las proyecciones climáticas marcando un horizonte inquietante, Doñana enfrenta el desafío de mantenerse como un santuario natural en un mundo en constante transformación. La pregunta es: ¿estamos preparados para tomar las decisiones necesarias para garantizar su futuro?