
Las poblaciones de nacra siguen en declive en el Delta del Ebro y el Mar Menor debido a la expansión del parásito Haplosporidium pinnae, un protozoo que desde 2016 ha venido causando mortalidades cercanas al 100% allá donde ha tenido presencia.
Así lo consideran los investigadores del proyecto Recupera Pinna, liderado por la Universidad de Alicante (UA) y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA).
Los investigadores alertan de que las perspectivas no son muy buenas porque a lo largo de las campañas “no se han encontrado individuos juveniles y esto significa que la población se está perdiendo y no se regenera por baja reproducción”.
En este proyecto, los científicos han censado a los individuos supervivientes en estas zonas con el objetivo de identificar los factores que ponen en riesgo la continuidad de la especie en el Delta del Ebro y el Mar Menor, unas de las "pocas" reservas de nacras que quedan en el Mar Mediterráneo, según informan los investigadores.
Como resultado del estudio se sabe que el parásito que afecta a la nacra se encuentra en zonas donde las condiciones de salinidad y temperatura del agua favorecen su desarrollo. Por ejemplo, señalan, se sabe que el parásito actúa "con fuerza" cuando las condiciones de salinidad ambiental se encuentran en un rango de 36,5 y 39,5 partes por mil, y la temperatura del agua está por encima de los 13,5 ºC. Este sería el caso de la bahía de los Alfacs, donde se concentra el 90% de las poblaciones afectadas.
En el Delta del Ebro y la bahía del Fangar no se ha detectado el parásito debido a la baja salinidad y a las bajas temperaturas.
La solución propuesta para evitar la actividad del parásito sería, según señala Patricia Prado, investigadora del programa de Aguas marinas y continentales del IRTA, “asegurar que no haya picos de salinidad en verano, cuando sube la temperatura del agua y hay más evaporación”. Por eso, añade, una de las medidas que podría revertir esta situación sería “abocar mayor cantidad de agua dulce en las bahías”.
En el Mar Menor la incidencia del parásito es muy baja. Los primeros individuos de nacra que se establecieron en la laguna datan de los años 80. Esta fecha coincide con la conexión artificial de la laguna con el mar Mediterráneo y provocó una caída de salinidad hasta llegar a valores vitales para el molusco, aunque aún superiores a la propia salinidad del mar, lo que suponía una barrera para el parásito.
Una enfermedad multifactorial, cuya causa principal es el parásito, aunque también interviene el patógeno Mycobacterium o el Vibrio spp, que ya en otras zonas del Mediterráneo había provocado mortalidades masivas de nacras.
En los primeros brotes de Hasploridium pinnae identificados en la bahía del Alfacs en 2018 se identificó este patógeno bacteriano agravando la situación y aumentando la mortalidad. “En la entrada de la bahía de los Alfacs, la parte más cercana al mar, hay siete nacras supervivientes al parásito. No podemos decir que sean inmunes, pero han resistido a la infección y sobreviven durante más tiempo”, dice Prado.
En zonas más interiores de los Alfacs, durante los primeros seis meses del proyecto se censaron un total de 2.697 individuos vivos, la mayoría expuestos al parásito.
En otoño de 2021 se detectó un pico de mortalidad por la infección que ha resultado en una supervivencia global del 28% en la zona central junto a la Península de la Banya, el 40,5% junto al Trabucador y el 57,1% en la zona de la Torre de San Juan.
A pesar de las malas expectativas, aún aparecen núcleos de individuos inesperados: en esta misma bahía se censaron 129 nacras nuevas en la zona del Muelle del Trabucador que no habían sido exploradas. Ello fue gracias a las campañas de ciencia ciudadana y voluntariado del Parque Natural del Delta del Ebro, la Escuela de Acuicultura IEPAC, Forestal Catalana y el proyecto de ciencia ciudadana Observadores del Mar a través del Life Intermares.
El proyecto Recupera Pinna ha seguido la supervivencia de las nacras después del temporal Gloria en la bahía del Fangar, y de los cinco ejemplares identificados solo dos han sobrevivido.
La zona no es favorable debido a la baja salinidad y la presencia de sedimentos y materia orgánica.
El proyecto Life Pinnarca vigilará a los dos ejemplares supervivientes y un nuevo ejemplar detectado, y también investiga la posibilidad de criar nacras en cautividad.
En el Mar Menor, el proyecto ha encontrado un total de 900 nacras supervivientes después de la crisis ambiental de 2016, y tres de ellas se han trasladado a un acuario para potencial reproducción.
El proyecto Recupera Pinna cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Fundación Zoo de Barcelona y Forestal Catalana.