
El Consejo Consultivo de Acuicultura y el Consejo Consultivo de Mercado han emitido una opinión conjunta sobre el Informe Económico de la Acuicultura de la UE 2025, elaborado por el Comité Científico, Técnico y Económico de Pesca (STECF), una referencia clave tanto para responsables políticos como para la industria, en la que formulan recomendaciones para mejorar la calidad de los datos, la transparencia y el alcance de los futuros informes.
Publicado cada dos años, el informe del STECF ofrece una visión general de la producción, el valor económico y la competitividad en el conjunto de la Unión Europea. Sin embargo, ambos consejos consultivos sostienen que el documento debe evolucionar si realmente quiere convertirse en una herramienta precisa y útil para la toma de decisiones.
En el centro de sus recomendaciones está la calidad de los datos. Los Estados miembros son responsables de suministrar la información en la que se basa el informe, pero las diferencias en los métodos de recopilación afectan a la comparabilidad y a la fiabilidad.
Por ello, los dos consejos proponen que el acceso a la financiación comunitaria —en particular a través del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (FEMPA)— se condicione a la entrega puntual de datos válidos. También sugieren la creación de una plataforma en línea que permita actualizar anualmente las cifras más relevantes y así reducir el desfase actual de tres años entre la recogida de datos y la publicación.
Los consejos subrayan además la necesidad de aclarar la diferencia entre peso de ventas y producción. El primero hace referencia a lo que realmente llega al mercado, mientras que el segundo abarca toda la producción de las granjas, incluso los volúmenes que nunca entran en la cadena de suministro. Confundir ambos conceptos puede llevar a una percepción distorsionada del rendimiento del sector.
Otra crítica apunta a los costes que están ausentes o insuficientemente representados en el informe. Las pérdidas ocasionadas por la depredación —por ejemplo, por aves marinas o mamíferos— o por los cierres sanitarios temporales rara vez se cuantifican, a pesar de ser cargas significativas para muchos productores. Su omisión, advierten los consejos, ofrece una imagen incompleta de la realidad económica del sector.
Los consejos cuestionan asimismo la terminología empleada. El informe suele referirse a “productos del mar”, una etiqueta que, en su opinión, no refleja la diversidad de la acuicultura europea, que también incluye la producción en aguas continentales. Recomiendan sustituirla por expresiones como “productos pesqueros y acuícolas” o “alimentos acuáticos”, que engloban mejor al pescado, los moluscos y las algas.
También reclaman un tratamiento más equilibrado de los distintos subsectores. Mientras que los moluscos y las algas cuentan con proyecciones específicas, no ocurre lo mismo con los peces marinos, que siguen siendo uno de los segmentos más importantes de Europa. Crear una categoría propia para el cultivo de algas facilitaría además el seguimiento de su crecimiento y de sus avances tecnológicos.
Más allá de lo puramente económico, los consejos quieren que se incluyan indicadores medioambientales —como emisiones de nutrientes por kilo de producción— y medidas de bienestar animal, como tasas de mortalidad y tratamientos veterinarios. Asimismo, instan al STECF a reconocer los sistemas de producción emergentes, entre ellos los RAS (sistemas de recirculación en acuicultura, que permiten reutilizar el agua), la acuicultura multitrófica integrada (IMTA) —que combina distintas especies para aprovechar mejor los recursos—, los co-cultivos y la acuicultura ecológica.
De cara a 2027, aunque el informe de 2025 ya se ha publicado, los consejos insisten en que su verdadero impacto dependerá de si sus recomendaciones se tienen en cuenta para la próxima edición. Recuerdan que algunas de sus propuestas sobre sostenibilidad económica, presentadas en 2023, fueron parcialmente adoptadas, y esperan que esta vez la Comisión Europea, a través de la DG Mare, dé un paso más para reforzar tanto la fiabilidad de los datos como el alcance del análisis.
La Comisión aún no ha publicado su respuesta oficial, pero el sector seguirá el asunto con atención. La evolución de este informe podría marcar la política acuícola futura de la UE y la asignación de fondos vitales para el desarrollo del sector.