La harina de insecto es una nueva materia prima que ha venido para quedarse en las dietas de los peces, sin embargo, hasta que sea un ingrediente de uso común aún debe superar algunos desafíos que se plantean como la posibilidad de escalar su producción, homogeneidad en la calidad, seguridad en los protocolos de producción y propiedades nutricionales frente al coste final.
Para abordar esta temática, la Asociación Portuguesa de Ingeniería Zooertécnica (APEZ) organizó ayer una conferencia en la modalidad de webinario en la que distintos expertos de la alimentación animal informaron a la audiencia sobre lo que se está haciendo en Portugal en materia de insectos y cómo pueden ser estos aplicados como alimentos para animales.
En Europa el sector está formado por empresas de pequeño tamaño con un alto grado de innovación y avances tecnológico, aunque de escasa capacidad productiva por el momento para satisfacer las demandas de los sectores y mercados objetivos. Según datos de la Plataforma Internacional de Insectos para Alimentos y Piensos (IPIFF, por sus siglas en inglés) la inversión en Europa en este nuevo sector ronda los 500 millones de euros, y se espera que aumente hasta los 2.000 millones en 2025. En términos de empleo ya hay mas de 1.000 personas trabajando y se espera que aumenten hasta los 5.000 trabajadores en cinco años.
En acuicultura, como señaló al respecto Jorge Díaz director general de SPAROS LDA, se viene investigando las propiedades de la harina de insecto desde hace una década y se sabe que está dentro de las materias primas noveles que se van a usar ya que el sector está necesitado de nuevos ingredientes que proporcionen proteínas para seguir creciendo.
Los insectos, por los diversos ensayos que se han llevado a cabo en SPAROS, señaló Díaz, pueden servir de forma estratégica en determinados momentos del ciclo de producción de los peces ya que han mostrado efectos en la inmunoestimulación, la salud intestinal y la modulación del microbioma.
Sin embargo, recordó Díaz, aún estamos en una fase de generación de conocimiento y reconocimiento de los compuestos que proporcionan bioactividad; del proceso óptimo de cultivo y transformado y la plasticidad de éstos para proporcionar productos con funcionalidades específicas, entre otras.
"Los insectos tienen un gran potencial como ingredientes funcionales en piensos acuícolas y contribuirán a un mayor bienestar de los peces, sin embargo, aún queda mucho por hacer”, señaló Díaz.
En la misma línea se expresó Tiago Aires, director técnico de AQUASOJA, empresa fabricante de piensos para acuicultura del Grupo Soja de Portugal que indicó durante su intervención el actual contexto de la industria, cómo se han venido desarrollando los ensayos para incorporar esta materia prima a los piensos acuícolas y qué queda por hacer en el futuro.
Según explicó Aires, los insectos son ricos en proteínas que permiten, o bien reemplazar los ingredientes marinos o los vegetales por ser fuente interesante en aminoácidos, a pesar de que produzcan un desbalance que debe ser corregido.
Aunque poseen ciertos compuestos anti-nutricionales como la quitina, ésta a su vez puede tener efectos funcionales beneficiosos, aunque todavía no ha quedado evidenciado de manera suficiente. Y tienen una aceptable composición mineral.
Mientras que las principales desventajas parecen encontrarse la composición grasa de los insectos.
Como señaló Aires, a escala industrial todavía hay muchas incógnitas, como, por ejemplo, si se podrá alcanzar un escalado que permita producir insectos en cantidad suficiente como demanda la industria y a precios asequibles. En el futuro, añadió el experto, se deberá alcanzar una proteína de bajo coste capaz de competir con las harinas vegetales.
También tendremos que preparar al consumidor hacia estos ingredientes ya que no sabemos cuál será su reacción. Quizá este producto termine siendo de consumo humano directo debido a los altos costes de producción inasumibles por la industria de los piensos.