
La kombucha, una bebida fermentada rica en microorganismos beneficiosos, polifenoles y ácido orgánico, es conocida por sus propiedades antioxidantes y probióticas.
Basándose en estas propiedades, un equipo científico exploró el uso del té de kombucha como suplemento dietético natural para la almeja fina (Ruditapes decussatus), una especie de gran importancia económica en la acuicultura mediterránea. El objetivo era mejorar la robustez fisiológica y la resistencia a enfermedades de las almejas cuando se enfrentaban a la bacteria Vibrio alginolyticus, que ha provocado mortalidades masivas y pérdidas económicas significativas en el cultivo de almejas.
Para administrar el té de kombucha, se utilizó una forma liofilizada. Las almejas se dividieron en dos grupos: el grupo control fue alimentado con una dieta de polvo de espirulina, mientras que el grupo de tratamiento recibió polvo de espirulina suplementado con un 10% de kombucha liofilizada.
El experimento se llevó a cabo en el Laboratorio de Análisis, Tratamiento y Valorización de Contaminantes del Medio Ambiente y Productos, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Monastir, Túnez. Las almejas utilizadas en el ensayo procedían de una granja de moluscos de Bizerta, Túnez.
La alimentación se realizó una vez al día durante un período de 3 semanas, sustituyéndose completamente el agua de mar de los tanques cada 48 horas.
Los resultados sugieren que la kombucha es un “suplemento dietético prometedor, ecológico y sostenible” para los bivalvos. Entre otros hallazgos, la dieta suplementada aumentó el estado antioxidante. Tras la infección, las almejas alimentadas con kombucha mostraron un aumento significativo de los niveles de glutatión peroxidasa, mientras que en el grupo control estos niveles disminuyeron.
Asimismo, la dieta experimental condujo a una actividad significativamente mayor de la fenoloxidasa y de la lectina, dos parámetros inmunitarios importantes.
El análisis histológico de las glándulas digestivas reveló que las almejas alimentadas con kombucha mantuvieron la integridad de sus tejidos incluso después de ser expuestas a la bacteria. En contraste, el grupo control mostró “alteraciones histopatológicas marcadas, incluyendo la descamación de células epiteliales hacia la luz del túbulo y la disrupción de la integridad de la membrana basal”.
Finalmente, no se observaron mortalidades ni signos clínicos de enfermedad en ninguno de los dos grupos durante las cuatro semanas del ensayo experimental.