La astaxantina es más que un simple pigmento para incorporar en el pienso de los salmónidos de manera que éstos obtengan el característico color rosado anaranjado de sus filetes. Existe mucha evidencia científica, principalmente de estudios in vitro o in vivo en animales de su gran bioactividad y capacidad antioxidante con resultados beneficiosos para la salud.
También se puede usar para prevenir o tratar inflamación, una secuencia de respuestas inmunes que se asocian a mecanismos de defensa o reacciones a heridas en el cuerpo. En los últimos años estos estudios in vivo están siendo realizados en humanos, un paso necesario para comprender los mecanismos de acción y el verdadero potencial de estos ingredientes.
La astaxantina natural tiene gran potencial en complementos nutricionales y alimentos enriquecidos y cada vez son más empleadas. Los productos que se comercializan como suplementos alimenticios contienen entre 1 a 8 mg de astaxantina.
Otros potenciales usos están relacionados con la cosmecéutica. Por ejemplo, en máscaras de astaxantina natural que, comparadas con las compuestas de vitamina E mostraron mayor capacidad antioxidante.
Debido a su alto coste de producción por fuentes naturales, así como por una tecnología de obtención inmadura, de momento la mayor parte de la que se comercializa procede de síntesis química. Además de existir diferencias de precio, siendo la obtenida por fuentes naturales más cara, la bioactividad de la producida por síntesis química es menor.
Con objeto de mejorar el conocimiento sobre el uso de astaxantina natural extraída de microalgas su potencial, desafíos y oportunidades, un equipo de investigadores del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Almería y del Centro de Investigación de Energía Solar (CIESOL) han publicado una revisión científica en la explora los distintos usos de este pigmento en la industria alimentaria.
Como señalan, este tipo de pigmentos carotenoides no son sintetizados por nuestro organismo por lo que debemos obtenerlo a través de la ingesta de alimentos que lo contengan, o en forma de suplementos alimenticios. Por eso, la legislación europea es muy restrictiva a la hora de autorizar un nuevo alimento para consumo humano directo. Los procesos parar obtener una autorización son caros y lentos y es lo que hace que algunas especies de microalgas con gran potencial nutricional aún no estén autorizadas. Es el caso de Schizochytrium, Haematococcus pluvialis, Nannochloropsis, Dunaliella o Isochrysis, entre otras, que no pueden comercializarse como alimento y deben pasar el proceso de autorización, aunque sus compuestos bioactivos derivados han sido probados como alimentos inocuos para consumo humano.
Una de las pocas microalgas autorizadas para consumo humano son espirulina (Arthrospira) o Chlorella sp. Y más recientemente, Tetraselmis chuii, la especie que dio lugar al Plancton Marino de Veta La Palma.
La microalga más popular por su alto contenido de astaxantina es Haematococcus pluvialis. Esta microalga ya es utilizada Europa para obtener este pigmento a precios que oscilan entre 1 500 euros el kilo en Grecia y 6 400 euros kilo en Países Bajos. Las mayores producciones de astaxantina procedente de Haematococcus se dan en Asia, seguidas de Estados Unidos de América, Nueva Zelanda, Chile, Suecia e Israel.
La astaxantina sintética tiene un precio de 880 euros el kilogramo, pero su uso no está permitido para alimentación humana directa. Este pigmento de origen sintético es ampliamente utilizado como suplemento en piensos acuícolas, principalmente de salmónidos para aportar el color rosado del filete.
Por eso, uno de los mayores retos de los grupos de investigación en medio mundo es optimizar el proceso de producción conseguir reducir los costes de procesado. Otras especies con potencial para extraer astaxantina son Chlorella zofingiensis y Xanthophyllomyces dendrorhous, aunque no se tienen datos sobre los niveles de producción y costes.
Otras ventajas de usar microalgas como fuente de astaxantina natural es que no se ocupan tierras de agricultura, por lo que no compiten con los cultivos convencionales de alimentos; están bien aceptadas por los consumidores, por ser considerados sostenibles, nutritivos y seguros.
El estudio fue financiado por la Universidad de Almería, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Asimismo, la investigación forma parte del proyecto ALGFOOD financiado por la Andalucía European Regional Development Fund Operational Programme 2014–2020.Referencia:
Villaró, Silvia, Martina Ciardi, Ainoa Morillas-España, Ana Sánchez-Zurano, Gabriel Acién-Fernández, and Tomas Lafarga. 2021. "Microalgae Derived Astaxanthin: Research and Consumer Trends and Industrial Use as Food" Foods 10, no. 10: 2303. https://doi.org/10.3390/foods10102303