Evaluar el bienestar real de los peces sigue siendo uno de los grandes retos de la acuicultura moderna. La mayor parte de lo que les ocurre —su estrés, su esfuerzo físico o cómo reaccionan ante situaciones adversas— permanece oculto a simple vista.
Para abrir esa “caja negra”, un equipo de investigadores, entre ellos varios del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (IMEDEA, CSIC-UIB), ha logrado describir con un nivel de detalle sin precedentes cómo responde la lubina europea (Dicentrarchus labrax) al estrés gracias a pequeños dispositivos electrónicos implantados en el interior del pez, capaces de registrar continuamente parámetros como el ritmo cardíaco y la aceleración del cuerpo.
Estos implantes biométricos, conocidos como biologgers, están llamados a transformar la forma en que se evalúa el bienestar en peces cultivados. Hasta ahora, la mayor parte de la información dependía de observaciones externas o análisis puntuales. Con los biologgers, en cambio, los investigadores pueden “escuchar” lo que ocurre dentro del pez mientras nada, se agita o permanece inmóvil, y detectar cambios fisiológicos imposibles de observar desde el exterior.
En el estudio —publicado en Scientific Reports, revista del grupo Nature— los científicos sometieron a las lubinas a dos pruebas comunes en la producción acuícola: un test de natación en túnel de corriente, donde debían nadar a distintas velocidades, y un test de hacinamiento, que simula una de las fuentes de estrés más habituales en las granjas.
Los resultados revelan que la lubina no reacciona igual ante ambos desafíos, y que estas respuestas pueden distinguirse con claridad gracias a los datos registrados por los biologgers. Durante la natación forzada, por ejemplo, el ritmo cardíaco y la aceleración aumentan de forma progresiva a medida que la corriente se intensifica. En cambio, en las fases más críticas del hacinamiento, muchos peces presentan una respuesta reactiva: reducen bruscamente su movimiento —incluso llegan a una especie de “congelación”— mientras su corazón late a gran velocidad.
A partir de este patrón de señales internas, el equipo identificó cuatro estados que ayudan a interpretar el bienestar del pez: reposo, actividad normal, respuesta reactiva y respuesta proactiva. Según los autores, estos dos últimos estados están asociados a episodios claros de estrés agudo, mientras que los primeros reflejan condiciones normales o compatibles con el bienestar.
“Este tipo de estudios nos permite comprender en detalle cómo reaccionan los peces a los distintos retos del ciclo de producción. Obtener información fisiológica y comportamental es clave para ajustar las prácticas rutinarias en acuicultura y garantizar un mayor bienestar a lo largo de su vida”, señala Esther Hoyo Álvarez, investigadora del IMEDEA y una de las autoras del trabajo.
El estudio demuestra que los biologgers pueden convertirse en una herramienta fundamental para monitorizar la salud y el bienestar de los peces de manera continuada, al permitir relacionar directamente la actividad corporal, el ritmo cardíaco y el esfuerzo energético del animal. Esto abre la puerta a detectar señales tempranas de estrés y tomar decisiones antes de que afecten a la salud o al rendimiento del cultivo.
Aun así, los investigadores reconocen que la tecnología tiene limitaciones: actualmente solo puede implantarse en peces de cierto tamaño y los dispositivos no transmiten datos en tiempo real, por lo que deben recuperarse físicamente para analizar la información. “Estamos cada vez más cerca de contar con sistemas capaces de monitorizar el bienestar de los peces en tiempo real”, señalan los autores. “Eso no solo mejorará la calidad de vida de los animales, sino también la sostenibilidad y eficiencia de la producción acuícola”.
Referencia:
Hoyo-Alvarez, E., Tomàs-Ferrer, J., Lankheet, M.J. et al. Biologging assessment of behavioural and physiological responses of European seabass (Dicentrarchus labrax) during stress challenges. Sci Rep 15, 42051 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-26039-4

