
Segovia 13/11/2020 - La industria de los insectos para producir harina de uso alimentario animal es un sector que espera despuntar en los próximos años en Europa y alcanzar una producción de 4 millones de toneladas métricas y 20.000 puestos de trabajo de aquí a 2030.
Ante este panorama, la harina de insecto se perfila como un interesante ingrediente para incorporar a las dietas de acuicultura, y específicamente de los salmónidos, ya que, como señaló al respecto Adriana Casillas, gerente de Mealfood Europe, forman parte de su dieta natural.
Los niveles de proteína de los insectos varían, según la especie, entre un 55 por ciento a 75 por ciento, lo que también es muy interesante ya que las principales especies acuícolas cultivadas son carnívoros. Otro aspecto interesante es que la harina de insecto suele tener altos niveles de digestibilidad, entre el 80 y el 95 por ciento dependiendo de la especie de insecto.
Como explicó Casillas durante su intervención en las jornadas “uso de materias primas alternativas y aditivos funcionales en acuicultura, organizados por el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL), la inclusión de la harina depende en gran medida de la especie de insecto y de la fase de cría del pez, y oscilan entre el 5 por ciento y el 40 por ciento.
Actualmente, de las 7 especies autorizadas dos son que mejores rendimientos está mostrando para su incorporación a los piensos, gusano de la harina (Tenebrio monitor) y mosca soldado (Hemertia illucens).
En el caso concreto de la trucha arcoíris, como señaló Federico Melenchón, investigador predoctoral del Centro de Investigador de Acuicultura del ITACyL, la harina de insecto que mejor rendimiento ofrece es el de la especie gusano de la harina ya que acepta hasta un 18 por ciento de inclusión, con su consiguiente aporte de antioxidantes.
Sin embargo, no todo son ventajas, también hay que lidiar con inconvenientes como la falta de determinados aminoácidos esenciales para las truchas, o los problemas antinutricionales de la quitina, o la reducción de aceites poliinsaturados ricos en Omega-3, y otros de percepción del consumidor que no está por la labor de que los peces sean alimentados con estas materias primas.
A pesar del gran potencial de los insectos, se debe seguir trabajando en reducir las brechas de incertidumbre y aumentar la escala para reducir los costes para que sean competitivos con otras materias primas también noveles y altamente proteícas como la que proporcinarán los organismos unicelulares de origen bacteriano.