
Un equipo de economistas de diversas instituciones de prestigio a nivel mundial, liderados por Rosamond Naylor, profesora de la Standford Earth, y que lleva 20 años analizando la viabilidad de los sistemas de producción en acuicultura, han publicado en Nature un trabajo que revisa el desempeño de la acuicultura en las últimas dos décadas.
Para que la acuicultura tenga futuro, señalan los autores del trabajo, no solo debe ser respetuosa medioambientalmente, también debe imperar la viabilidad económica.
Los resultados y hallazgos del trabajo de Nature busca generar una opinión positiva entre los consumidores sobre los productos del mar e instruir a los responsables de la gobernanza en opiniones críticas que garanticen la seguridad alimentaria y nutricional mundial.
Rosamond Naylor saltó a la fama científica al publicar un controvertido artículo hace 20 años en el que criticaba la alta dependencia de la acuicultura de peces alimentados a los ingredientes marinos de origen extractivo. En aquel momento la industria criticó que en su estudio no se habían tenido en cuenta los grandes esfuerzos de los fabricantes de alimentos por reducir la inclusión de estos ingredientes.
La acuicultura 20 años después la piscicultura alimentada ha crecido de manera espectacular, sin embargo y gracias a los esfuerzos realizados, la relación inclusión de harina de pescado de origen silvestre se ha reducido casi siete veces desde 1997.
Entre los desafíos e incertidumbres se señala el impacto del cambio climático en la industria, la adopción de programas de certificación de productos pesqueros sostenibles por parte de productores de bajos ingresos y la capacidad de los productores de mariscos y algas para beneficiarse de los servicios ecosistémicos, como sumideros de carbono, o carbono azul.
A nivel mundial acuicultura de agua dulce es la más importante y está compuesta por 150 especies de peces, mariscos y plantas. Representa el 75% de los alimentos acuáticos cultivados consumidos directamente por los humanos.
En el estudio ha participado David Little, profesor del Instituto de Acuicultura de la Universidad de Stirling, en Reino Unido, que ha explicado que la mayor parte de la piscicultura que se da en Asia sirve para alimentar a los ciudadanos de esta región, con el consiguiente impacto positivo sobre la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales.
Otras regiones incluida África, señala, se están beneficiando cada vez más de la introducción de la acuicultura de agua dulce. Pero mientras que las pequeñas granjas de agua dulce están aumentando en todo el mundo, hay poca supervisión de sus prácticas.
En el estudio, los investigadores piden que se mejore la gestión del uso de antimicrobianos en la piscicultura para limitar el desarrollo de microbios resistentes a los medicamentos que amenazan tanto a los peces como a la salud humana, y la regulación de los sitios de granjas marinas. También recomendaron incentivos para sistemas diseñados de manera sostenible para prevenir la contaminación cruzada entre los desechos de pescado y las aguas circundantes, y un enfoque de sistemas alimentarios para la gobernanza que considere la nutrición, la equidad, la justicia y los resultados y compensaciones ambientales en la tierra y el mar.
"Cuando se hace bien, la acuicultura puede desempeñar un papel sustentador en los sistemas alimentarios globales al proporcionar una mayor producción de alimentos y beneficios para los medios de vida con un daño ambiental relativamente mínimo", dijo el coautor del estudio Dane Klinger, director de acuicultura de Conservation International y graduado de doctorado en Emmett de Stanford Programa Interdisciplinario en Medio Ambiente y Recursos. "Esta evaluación ayudará a la industria, el gobierno y otras partes interesadas a navegar las oportunidades y obstáculos que quedan por delante".
Referencia:
Naylor, R.L., Hardy, R.W., Buschmann, A.H. et al. A 20-year retrospective review of global aquaculture. Nature 591, 551–563 (2021). https://doi.org/10.1038/s41586-021-03308-6