
Contrariamente a lo que se ha venido defendiendo, las ostras y otros moluscos bivalvos no son sumideros de carbono azul. Al contrario, el proceso de calcificación que permite a las ostras formas sus conchas libera CO2, lo que limita la capacidad de los oceános absorber CO2 atmosférico.
Así lo considera un equipo de científicos de varias instituciones internacionales. Como defienden en la revista científica Reviews in Aquaculture, aunque los bivalvos capturan carbono en sus conchas, este proviene principalmente de iones bicarbonato del agua marina, no directamente del CO2 atmosférico.
Esto viene a decir que las concentraciones de CO2, que es el gas de efecto invernadero, no se reduce, sino todo lo contrario, aumenta. Y, aunque el carbono queda “fijado” formando el carbonato cálcico, el impacto neto sobre el ciclo de carbono es negativo a corto plazo.
A largo plazo, la capacidad de las ostras y otros bivalvos para contribuir al secuestro de carbono también es limitada, ya que el carbonato cálcico con el que se fija carbono no se mantiene necesariamente fuera del ciclo del carbono en escalas temporales relevantes para mitigar el cambio climático.
Los resultados del estudio

En los últimos años, ha crecido el interés por identificar fuentes sostenibles de alimentos que, además de minimizar su impacto ambiental, contribuyan a la mitigación del cambio climático. En este contexto se ha propuesto que los bivalvos, como ostras y mejillones, podrían actuar como sumidero de carbono, capturando CO2 atmosférico y almacenándolo en sus conchas como carbonato cálcico.
Sin embargo, como demuestran los investigadores en su estudio “Cracking the myth: Bivalve farming is not a CO2 sink” publicado en Reviews in Aquaculture la idea de que el cultivo de las ostras y otros bivalvos como sumideros de CO2 se basa en malentendidos sobre la química del carbonato marino.
Para llegar a esta conclusión los investigadores han analizado 51 estudios científicos que abordan esta temática.
El estudio también señala que, si bien los bivalvos no son sumideros de carbono, su cultivo ofrece otros beneficios ambientales importantes, como la mejora de la calidad del agua, la regulación de nutrientes y la creación de hábitats marinos.
A pesar de su impacto positivo en la sostenibilidad de los ecosistemas marinos, los autores subrayan la necesidad de avanzar hacia una mejor comprensión de los flujos de CO2 en los ecosistemas de acuicultura y la integración de estudios experimentales que puedan proporcionar una evaluación más precisa del papel de los bivalvos en la dinámica del carbono.