Almeja japónica | NOFIMA
La cría selectiva lleva décadas mejorando el rendimiento de especies acuícolas clave. Ahora, ese enfoque da un paso importante en el cultivo de moluscos bivalvos: un equipo liderado por Nofima ha convertido en realidad un programa de mejora genética para la almeja japónica (Ruditapes philippinarum), desarrollado dentro del proyecto BIVALVI (financiado por ERA-NET BlueBio)
El programa se ha construido en colaboración con Naturedulis, empresa italiana especializada en producción de almeja, y la Universidad de Bolonia. Naturedulis opera un criadero en la Sacca di Goro (laguna de Goro, Delta del Po), desde donde abastece de semilla de almeja a otros productores de la zona y buscaba desde hace tiempo “capturar” el potencial natural de la especie mediante selección para mejor crecimiento y eficiencia productiva.
Según explica Nofima, el salto al campo llegó a inicios de 2025, cuando los acuicultores comenzaron a sembrar las primeras almejas seleccionadas específicamente por crecimiento rápido. La expectativa es clara: acortar el ciclo de producción en al menos tres meses y lograr que estas almejas estén listas para el mercado en Navidad de 2025, de acuerdo con Leonardo Aguiari (Naturedulis), quien también subraya el impacto del proyecto en el criadero y en la economía local ligada a la almeja.
Nofima recuerda que trabaja en programas de cría desde la década de 1960, con especies tan diversas como salmón, bacalao o tilapia. Para la investigadora y líder del proyecto, Anna Sonesson, la almeja japónica es el ejemplo más reciente de esa línea de trabajo… y uno especialmente relevante por tratarse de una especie de bajo nivel trófico.
Sonesson destaca que, aunque producir alimentos de forma más sostenible implica avanzar hacia especies más “bajas” en la cadena alimentaria, la cría selectiva de bivalvos en Europa sigue siendo poco común. Y eso —advierte— supone perder oportunidades de mejorar la eficiencia, la salud, la calidad y reducir mortalidades en un sector con enorme potencial.

