Un reciente estudio científico liderado por Kaiyang Jiang y Shipeng Dong, de la Ocean University of China, ha analizado los límites ambientales y económicos de la producción intensiva en interior de camarón blanco (Litopenaeus vannamei), mostrando que las prácticas habituales de cultivo pueden superar la capacidad ecológica de estos sistemas. Mediante un modelo basado en el enfoque ecosistémico, la investigación evaluó cómo la densidad de cultivo y las estrategias de manejo influyen en el crecimiento del camarón, la descarga de nutrientes y la rentabilidad.
El estudio se desarrolló en una instalación industrializada de cultivo de camarón en la provincia de Shandong, China, donde los juveniles se sembraron a una densidad de 880 individuos por metro cuadrado. A este nivel de carga, las simulaciones del modelo indicaron que las concentraciones de nitrógeno total y fósforo total en el agua de salida superaban los límites establecidos por la normativa ambiental, lo que sugiere que el sistema operaba por encima de su capacidad de carga.
Al reducir progresivamente la densidad de cultivo en las simulaciones, los investigadores identificaron una capacidad de carga de 409 individuos por metro cuadrado. A esta densidad, tanto el nitrógeno como el fósforo en el efluente se mantenían por debajo de los umbrales de vertido. No obstante, operar dentro de estos límites tendría un impacto significativo en la producción, ya que el rendimiento se reduciría un 53,5 % y el beneficio económico caería un 71,5 % respecto a la práctica actual. Además, la eficiencia en el uso del agua empeoraría, al más que duplicarse el volumen de efluente por kilogramo de camarón producido.
El análisis del balance de nutrientes mostró que el pienso es la principal fuente de presión ambiental del sistema. Más del 98 % del nitrógeno y más del 99 % del fósforo que entran en los tanques proceden del alimento, y una parte considerable de estos nutrientes permanece en el pienso no consumido, lo que contribuye a un índice de conversión alimenticia elevado y a la acumulación de nutrientes en el agua, en lugar de su incorporación a la biomasa del camarón.
Con el fin de identificar medidas de mitigación, el estudio evaluó distintos escenarios de manejo. La mejora de la calidad del pienso, reduciendo el índice de conversión de 2,0 a 1,6, permitió incrementos moderados de la capacidad de carga y pequeñas reducciones en la descarga de nutrientes. El aumento de la tasa de renovación de agua posibilitó densidades de cultivo más elevadas y mayores beneficios económicos, pero también provocó un incremento de las descargas totales de nitrógeno y fósforo, lo que plantea riesgos desde el punto de vista ambiental.
La estrategia más eficaz fue la adopción de tecnologías de tratamiento del efluente capaces de eliminar el 60 % del nitrógeno y el fósforo del agua de salida. En este escenario, la densidad de cultivo podría incrementarse de 880 a 1.193 individuos por metro cuadrado cumpliendo los estándares de vertido. Esta opción se asoció a un aumento del 33,5 % del beneficio económico, una reducción del 26,2 % del volumen de efluente por kilogramo producido y descensos del 48,2 % y del 49,0 % en las descargas de nitrógeno y fósforo, respectivamente.
Los autores concluyen que aumentar la densidad de cultivo por sí solo no garantiza ni la sostenibilidad ni la rentabilidad. El control eficaz de las emisiones de nutrientes resulta clave para el desarrollo de la acuicultura intensiva bajo normativas ambientales estrictas. En este contexto, sostienen que los modelos basados en el enfoque ecosistémico pueden convertirse en una herramienta útil para reguladores y productores, al integrar producción, impacto ambiental y resultados económicos en un mismo marco de análisis.
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