
Una de las industrias más vibrantes e innovadoras del mundo es la que se dedica a producir alimentos para acuicultura. La industria ha ido evolucionando de la mano de la tecnología y la evidencia científica hacia mayor eficiencia y sostenibilidad.
Durante los últimos 20 años los fabricantes de alimentos han sido capaces de superar el difícil reto de seguir incrementando los volúmenes demandados de piensos por encima de tasas del 8% anual para satisfacer la robusta demanda de especies acuáticas de calidad, reduciendo de manera significativa la dependencia de ingredientes finitos, como la harina y el aceite de pescado, por otros más previsibles de origen terrestre.
Sin embargo, la industria no se para y ya está preparada para abordar una nueva etapa de “piensos 3.0”, superiores nutricionalmente, de menor huella ambiental y de economía circular.
Si hace 20 años la colaboración academia industria fue capaz de sacar adelante alimentos basados en granos como la soja, el maíz o el trigo, en los últimos cinco años el abanico de posibilidades con el desarrollo de nuevos ingredientes basados en el reciclaje de los residuos agroindustriales y pesqueros ha sido explosivo.
Estos piensos 3.0, necesitan de ingredientes 3.0 muchos de ellos nuevos y listos para dar el “gran salto”. Los más avanzados son los que tienen como origen los organismos unicelulares, microbianos principalmente; y otros de origen marino, como los protistas eucariotas, que destacan por ser capaces de reciclar azúcares celulósicos de origen agroindustrial; o las microalgas y cianobacterias con potencial para reciclar de aguas eutrofizadas con nitratos, sulfatos y fosfatos.
Otros, también fruto de la economía circular, tienen como origen los subproductos de la pesca y la acuicultura, ricos aminoácidos esenciales y Omega-3, más cercanos a la dieta silvestre de las especies acuícolas carnívoras marinas.
En el plazo medio, y ya en etapa de desarrollo, están por llegar los derivados de la producción de insectos, o de una mayor intensificación del cultivo de algas. En ambos casos, no solo destacan por ser excelentes ingredientes desde un punto de vista nutricional, también nutracéutico.
La acuicultura es la única actividad productora de alimentos capaz de aportar soluciones a economía circular, la menor dependencia de agua de cultivo y tierra de labor, al tiempo que contribuirá a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Qué más se puede pedir?