
Los consumidores dan cada vez más importancia a la sostenibilidad y el impacto ambiental de nuestras elecciones nutricionales de los alimentos que producimos. La ganadería, como cualquier otra actividad humana tiene impacto. Este es variable en función del tipo de proceso de producción y la especie.
Según la FAO, la producción ganadera es la responsable del 14,5% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, y la producción de carne de vacuno representa el 65% de este total.
La ganadería consume recursos naturales como el agua o el suelo silvestre, que son utilizados para el propio proceso ganadero y la alimentación de los animales. A cambio, nos ofrece proteína animal de alto valor a un precio asequible para la mayor parte de los bolsillos en la Unión Europea.
Visto que es importante considerar estos aspectos para diseñar políticas alimentarias efectivas que promuevan la sostenibilidad y reduzcan la presión sobre los recursos naturales, no debemos equivocarnos y pensar que una dieta estrictamente vegetariana es la solución. Hay otros aspectos relacionados con el valor nutricional que deben ser tenidos en cuenta.
Adoptar una dieta vegetariana puede ayudar a reducir la presión sobre los recursos ambientales. Esto parece claro, sin embargo, no todas son igualmente beneficiosas o ambientalmente sostenibles.
El impacto de una dieta depende de factores como: la cantidad de alimentos procesados que se consumen, la cantidad de alimentos ecológicos o locales que se compran y la cantidad de alimentos desperdiciados.
Por eso, es más recomendable para proteger el medio ambiente adoptar una dieta saludable y sostenible basada en criterios científicos y en el análisis de vida de los alimentos. Los criterios basados en la huella ambiental son menos precisos para definir la sostenibilidad.
Por otra parte, puedes tener una dieta estrictamente vegetariana o vegana, pero, si está basada en alimentos altamente procesados, con alto contenido en azúcares, o transportados desde largas distancias, poco beneficio te hace a ti o al medio ambiente.
Decidir si pollo o pescado tampoco debe ser una cuestión de huella ambiental estrictamente como se pretende desde algunos estamentos. Ambos, el pollo y el pescado de acuicultura tienen huellas ambientales de bajo impacto comparadas con la carne de porcino o la de vacuno. Sin embargo, el aporte nutricional es diferente. Ni las grasas, ni las proteínas son las mismas. Tampoco los aportes en minerales o vitaminas.
Una investigación compara pollo y salmón por su huella ambiental

Una investigación reciente de científicos de varias universidades de Australia y Estados Unidos ha querido destacar las diferentes huellas ambientales del pollo y el salmón, con el objetivo de encontrar qué prácticas de producción de alimentos es más sostenibles y destacar la importancia de considerar que consecuencias tienen nuestras decisiones en el impacto ambiental.
Para comprender mejor la presión ambiental ejercida por estas dos ganaderías, los investigadores han realizado una comparación teniendo en cuenta las emisiones de gases de efectos invernadero, los cambios en el hábitat, el uso de agua dulce y la eutrofización del medio por nutrientes.
Como resultado, comprobaron que el 95% de la huella ambiental de estas dos ganaderías se concentran en el 5% del mundo. Los países con mayor “huella ambiental” de la industria avícola son Estados Unidos, China y Brasil. Para el salmón son Noruega, Chile y Reino Unido.
Ante la pregunta de qué es mejor desde el punto de vista ambiental ¿Comer pollo o salmón? Los investigadores matizan y recuerdan que vale la pena considerar las condiciones locales.
Por lo general, el pollo tiene una huella ambiental más baja que el salmón. Entre otras causas, por el ciclo de vida del producto. En un año se pueden producir seis o siete pollos en una misma ubicación. Por el contrario, el salmón puede tardar de 12 a 24 meses en alcanzar el tamaño de cosecha. Y esto, excluyendo el periodo inicial de crianza en instalaciones bajo techo.
Sin embargo, el pollo hace un consumo alto de agua dulce, uno de los recursos más escasos del planeta. El salmón no, lo que pone en evidencia que estamos ante un tema complejo, con muchas aristas. Por ejemplo, producir pollo en una zona propensa a la sequía es, menos recomendable que producir salmón, o cualquier otra especie piscícola. Como vemos, ¿pollo o pescado? no es un tema que se pueda responder fácilmente.
Si te gusta comer carne, pollo o pescado de acuicultura son buenas opciones en comparación con la carne de res o de cerdo. Pero la decisión final debe ser tuya.
Aspectos nutricionales de comer pollo o salmón

Ambas parecen ser dos buenas opciones nutricionales. Sin embargo, también tenemos que considerar la calidad de los nutrientes que nos aportan y a qué precio.
El pollo, por ejemplo, es una excelente fuente de proteína, que es esencial para la construcción y reparación de los tejidos del cuerpo. También es una buena fuente de vitaminas del complejo B, especialmente niacina y vitamina B6, que son importantes para la producción de energía y el metabolismo de proteínas. Además, el pollo es rico en selenio, que es un antioxidante que protege las células del cuerpo del daño oxidativo.
Por otro lado, el salmón y muchas especies de piscifactoría son una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, que son importantes para la salud del cerebro y del corazón. También son una buena fuente de proteína y aminoácidos esenciales de fácil digestibilidad, vitamina D y vitamina B12. Además, según la especie piscícola en cuestión pueden ser una fuente de astaxantina, un antioxidante que tiene propiedades antiinflamatorias excelentes.
En resumen, ambos alimentos son nutritivos y saludables, y se pueden incorporar en una dieta equilibrada. La elección dependerá de los objetivos nutricionales y preferencias individuales. Si, además, ayudan a mantener al planeta de forma ambientalmente sostenible, mejor que mejor.