DIVULGACIÓN

¿Por qué en Europa las decisiones sobre la acuicultura no se aplican en base a la evidencia científica?

El desconocimiento conduce al sesgo, y éste, a que se adopten políticas que se alejan del conocimiento para tomar decisiones

Caritas sonrientes

Al igual que la función primordial de la agricultura es la de producir alimentos de la manera más eficaz posible, lo es para la acuicultura. Y con eficaz, quiero decir, obteniendo la mayor cantidad de alimento posible con el menor uso de los recursos. Sin embargo, existen otros puntos de vista que están controlando cómo se deben producir los alimentos, más aún en el caso de los acuáticos, que se alejan de la eficacia a la hora de llevarlos a los hogares españoles, y también de los europeos.

Es lógico pensar que los diversos valores e intereses de las partes interesadas y la sociedad decidan qué alimentos se deben producir en mayor o menor cantidad en función de a quienes beneficiarán. Lo mismo se aplica a los esfuerzos públicos que destinamos en ciencia y tecnología para avanzar en un determinado camino y mejorar esa producción. Pero lo que no se puede esperar de las partes interesadas es que la acuicultura, como la agricultura o la ganadería, dejen de cumplir con su función de producir la mayor cantidad de alimento con el uso mínimo de los recursos. Y eso, desgraciadamente está ocurriendo, debido a los sesgos, principalmente ideológicos, que se están aplicando en la gobernanza del sector.

Las opiniones y las percepciones no son aceptables a la hora de tomar decisiones que afectan a las personas y al dinero público. ¿Por qué no se toma en cuenta la evidencia científica en la toma de decisiones? Por ejemplo, por qué no permitir los Organismos Modificados Genéticamente (OGM) en la acuicultura europea cuando la evidencia científica dice que no hay problemas para su consumo. De hecho, se permiten otros alimentos producidos con modificaciones OGM.

O, por qué se va a potenciar la acuicultura ecológica como medio de producción en Europa cuando no hay pruebas de que mejoren la calidad nutricional y, además, consumen más recursos básicos como el agua, la tierra o el alimento que consumen. ¿Por ideología ecologista? ¿Es esto serio en una Europa comprometida con la evidencia científica?

¿De qué sirve tener un aparato científico tan potente si finalmente las decisiones que se adoptan en política dependen de los votos de las personas que, por falta de información o por ideología, están equivocadas sobre determinados asuntos? ¿No es más noble mejorar la información de la sociedad en temas sobre los que pesa todavía mucha ideología y poca evidencia científica?

Los mecanismos de la mente humana nos llevan a buscar los argumentos que se acomodan con nuestras ideas. Por eso es importante y responsable que, como agentes sociales del desarrollo de la acuicultura, intentemos no dejarnos llevar por nuestros sesgos ideológicos sobre qué creemos que debe ser la acuicultura. Tampoco que pese más nuestros intereses particulares sobre los colectivos. También debemos luchar contra aquellos que a través de pamplinas o bullshits, buscan erosionar la verdad para adquirir notoriedad a costa, en el caso que nos ocupa, de la acuicultura.

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