
Un innovador estudio nutricional ha demostrado que la proteína unicelular bacteriana (BSCP), derivada de bacterias metanótrofas, puede constituir una alternativa sostenible y funcional a la harina de pescado en la acuicultura de langostino. Los autores subrayan que este novedoso ingrediente para piensos tiene el potencial de reducir la dependencia del sector de los recursos marinos y, al mismo tiempo, mejorar la salud de los langostinos.
El estudio fue una colaboración entre el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA, España), el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), Unibio A/S (Dinamarca), la Universidad Técnica de Manabí (Ecuador) y el Instituto de Ecología y Evolución RAS A.N. Severtsov (Rusia).
El estudio, dirigido por el Dr. Enric Gisbert del IRTA, evaluó la inclusión de proteína celular derivada de metanótrofos en dietas para el langostino blanco tropical (Litopenaeus vannamei). Los resultados mostraron que hasta un 50% de la harina de pescado puede sustituirse sin comprometer el crecimiento óptimo. En el caso de una sustitución del 75%, el crecimiento se redujo en un 18,1%, aunque las tasas de supervivencia y los índices de conversión alimenticia aparente se mantuvieron comparables a los de las dietas de control.
Los hallazgos ponen de relieve la solidez nutricional de la proteína unicelular. Con un perfil de aminoácidos muy similar al de la harina de pescado, este nuevo ingrediente proporciona una fuente de proteína de alta calidad. Más allá de su valor nutricional, también demostró efectos inmunomoduladores: los langostinos alimentados con dietas enriquecidas con proteína unicelular presentaron respuestas de estrés oxidativo moduladas y una microbiota intestinal alterada, lo que se asoció a una mayor resistencia frente a infecciones por Vibrio harveyi.
Según los autores, esto posiciona a la proteína unicelular no solo como un sustituto de la proteína tradicional, sino también como un ingrediente funcional que refuerza la salud y la resiliencia de los langostinos.
El análisis histológico confirmó que la inclusión de este nuevo ingrediente no provocó alteraciones estructurales en el hepatopáncreas ni en el intestino, lo que refuerza aún más su seguridad. Estos resultados, señalan los investigadores, validan a la proteína unicelular como un componente seguro y eficaz en la alimentación acuícola.
Las implicaciones en términos de sostenibilidad son considerables. La acuicultura mundial busca desde hace tiempo reducir su dependencia de la harina de pescado, un recurso que genera presión sobre las poblaciones de peces silvestres. La proteína unicelular, producida a partir de bacterias metanótrofas capaces de utilizar metano como fuente de carbono, ofrece una solución en clave de economía circular que podría reducir la huella ambiental de la producción de langostino.
Al reflexionar sobre el trabajo, el Dr. Gisbert señaló que esta investigación sobre nutrición de langostino representa “un hito significativo para nuestro equipo”. “Adentrarnos en la nutrición de crustáceos abre oportunidades apasionantes para nuevos proyectos, y trabajar con estos invertebrados de alto valor plantea tanto desafíos únicos como posibilidades de investigación fascinantes. Este es el inicio de lo que anticipamos será un área de trabajo cada vez más relevante para nuestro grupo”, señaló.