
La domesticación de una especie animal o vegetal comienza a partir del control de la reproducción. Desde el Neolítico venimos domesticando los alimentos que consumimos. Al principio de forma inconsciente, más adelante, de una forma más científica, buscando desarrollar en estas especies características organolépticas o de rendimiento productivo.
Los tomates que encontraron los primeros europeos que llegaron a México nada tienen que ver con los que ahora nos comemos. Lo mismo con las zanahorias y cualquier vegetal de los que nos encontramos en los supermercados. Lo mismo ocurre con la leche o la carne.
En el caso de las especies acuícolas, ocurre algo similar. Aunque son muchas las que se producen, pocas son las que se pueden considerar domesticadas. ¿Y las microalgas? Más de lo mismo, con la mayor dificultad de su propia biología y de cómo se desarrolla su cultivo.
Al tratarse de organismos unicelulares, las microalgas utilizan como medio para propagarse la división mitótica, ya sea en formas haploides o diploides, en ausencia de reproducción sexual, por lo que cada individuo es similar al anterior al no existir intercambio de ADN. Por eso es tan importante destinar esfuerzos a controlar la meiosis, la gametogénesis y la reproducción sexual.
A pesar de que existen especies de gran interés biotecnológico por su capacidad para producir moléculas de interés, la dificultad para su cultivo las hace inviables económicamente. También está como dificultad la imposibilidad de contar con genomas secuenciados de las especies.
El investigador Eric Maréchal, que trabaja en el INRAE de Grenoble, en Francia, considera que especies populares como la cianobacteria Arthrospira platensis, conocida comercialmente como espirulina, es prueba de que todavía falta mucho para su domesticación.
Otras especies que podrían mejorar su rendimiento si se consiguiera un control de la reproducción sexual serían la Chlorella, Duaniella, Scenedesmus, Klebsormidium, o Phaeodactylum, entre otras.
La buena noticia es que la tecnología ha ido avanzando y cada vez se está mas cerca de desarrollar estrategias que permitan la domesticación no transgénica de estas especies. También utilizando los métodos de expresión transitoria Cas9 y gRNA, por ejemplo y como señala el investigador, mediante un ADN episomal.