Buzos colocando las cuerdas para cultivar lechuga de mar. ACN / Marina López
La pasada semana comenzó la prueba piloto para el cultivo del alga “lechuga de mar” aprovechando nutrientes de una granja acuícola situada en la Bahía de Roses, en Alta Empordá. El primer plantío se llevó a cabo el pasado viernes con la instalación de cien metros de cuerdas en cuatro réplicas de 25 metros en las instalaciones acuícolas de la cofradía de pescadores.
El propósito central del proyecto es investigar la viabilidad de cultivar algas en el Mediterráneo, en una zona como la Bahía de Roses oligotrófica, utilizando los nutrientes generados por especies como el lubina o dorada. Si la primera fase es exitosa, se planea expandir el cultivo para comenzar la comercialización de la lechuga de mar el próximo año.
Mariona Alabau, técnica ambiental de Algues de Roses, destacó la singularidad de este proyecto, indicando que, aunque en otros lugares se ha probado el cultivo de algas asociadas a mejilloneras, este es el primer intento de aprovechar los nutrientes liberados por peces en piscifactorías. Alabau señaló que el Mediterráneo, con su baja carga de nutrientes, presenta un reto para el crecimiento de algas.
Los resultados del cultivo, que tiene una profundidad de cinco metros y se dispone en diversas orientaciones y gradientes, se esperan en dos meses. Estos determinarán las condiciones óptimas para cultivar la lechuga de mar. "Si los resultados son positivos, sabremos en qué corriente y profundidad podemos cultivar esta especie", mencionó Alabau, añadiendo que hay planes para expandir la producción e incluso introducir otras especies.
Toni Abad, presidente de la Cofradía de Pescadores de Roses, expresó su entusiasmo por el proyecto, que se alinea con el objetivo de diversificar las fuentes de ingreso de los pescadores. Asimismo, anticipó la posibilidad de producir algas con denominación de origen de la Bahía de Roses. El proyecto planea centrar inicialmente las ventas para consumo humano, pero también se explorará su uso como fuente alternativa de proteínas.
Para el cultivo, la cofradía contó con el apoyo de Javier Cremades, profesor de la Universidad de Coruña y experto en cultivo de algas. El proyecto piloto tiene un coste de 20.000 euros, cofinanciado en un 50% por el Grupo de Acción Local Pesquera (GALP).
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